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Reivindicando al cronista Pachacuti Yamqui

Reivindicando al cronista Pachacuti Yamqui

Investigadores modernos han criticado con severidad a Pachacuti Yamqui, su crónica fue hallada junto con los papeles del extirpador de idolatrías, el padre don Francisco de Ávila, se especula que hubo intervención de Ávila en el relato, perdiendo el latido incaico de su contenido. También, hallaron diversas anomalías en uno de sus dibujos, en el cual trazó aparentes símbolos cristianos (dos cruces), perdiendo veracidad. Asimismo, algunos relatos del cronista tienen evidente filiación cristiana que confunde a los estudiosos del tema.

Pensamos que las críticas no han sido lo suficientemente cautelosas y son injustas, razón por la que han derivado en interpretaciones y conclusiones en algunos casos confusas y en otros poco o nada certeras. Como resultado de todo lo anterior se ha desacreditado el contenido de la crónica con el desprestigio del cronista.

En el afán de conocer la verdad de Pachacuti Yamqui, en este post analizamos cómo se originan los criterios que terminan minando su credibilidad durante tanto tiempo.

Índice

1. Breve biografía de Pachacuti Yamqui

En las postrimerías del siglo XVI, un cronista indígena de origen collagua, escuchó desde muy pequeño relatos arcaicos de la gentilidad de esos tiempos vinculados al imperio incaico: nos referimos a Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua.

Fue un indígena de procedencia aimara, descendiente de don Diego Felipe Condorcanqui y doña María Guayrotari, nacido en el ayllu o comunidad formada por dos mitades: Santiago del Alto Guaygua y Bajo Guaygua Chanchi de Orcosuyo, sitio ubicado entre Canas y Canchis, de la antigua y desaparecida región incaica del Collasuyo.

No poseemos reseñas sobre su educación y menos de su vida, excepto lo expresado en su crónica. Desconocemos la fecha de su nacimiento y de su muerte. Sí sabemos que fue descendiente de una noble familia aimara y que sus antepasados fueron curacas principales de los pueblos mencionados.

Sabemos también que concurrieron al tambo de Cajamarca como testigos presenciales de los inicios de la conquista, donde se declararon conversos al cristianismo y que, con el tiempo modificaron su actitud religiosa hasta transformarse en extirpadores de idolatrías, enemigos de las prácticas idólatras, hostiles a los cultos y ritos nativos, rastreadores de hechiceros, destructores de ídolos y huacas o lugares sagrados indígenas. Su vehemencia llegó incluso a castigar a los indígenas de esas provincias por ejercer idolatrías al sol y demás sortilegios reñidos con la nueva religión impuesta por los españoles.

2. Datos de la crónica de Pachacuti Yamqui

Pachacuti Yamqui, motu proprio, reconoce, acepta y vive según los preceptos de la iglesia católica. No obstante, siendo niño escuchó y asimiló las historias del tiempo de los incas, para luego escribir una crónica titulada Relación de Antigüedades deste Reyno del Piru. La obra narra la historia de los incas, incluye un dibujo donde bosqueja diversos símbolos encajándolos en el interior de un retablo que simula ser el templo Coricancha (ver dibujo abajo).

Destaca entre los símbolos la imagen de Viracocha (ver post de Viracocha aquí) porque lo presenta como el principal dios de los incas, afirmación contradictoria con lo señalado en la historia del antiguo Perú: siempre transmitió que la principal divinidad fue el Inti o Sol.

Si examinamos el dibujo con detenimiento, percibimos que Viracocha fue un dios muy importante para Pachacuti Yamqui, porque lo representa plásticamente como un inmenso óvalo y lo ubica ocupando un lugar preponderante en el folio de su elaboración. La imagen se encuentra escoltada a la derecha por el Inti o Sol y a la izquierda por la Killa o Luna, y a su alrededor lo circundan diversas estrellas; una disposición en el cosmos evocadora de la jerarquía y trascendencia del misterioso dios incaico. (si deseas conocer el significado del dibujo haz clic aquí).

Su crónica no fue editada, estuvo archivada en España por más de dos siglos y medio (desde 1613), aunque desconocemos las razones de tal displicencia. Fue encontrada, traducida al inglés y editada por primera vez por Clements R. Markham, en Londres, allá por el año 1873. Pocos años después, Marcos Jiménez de la Espada la publicó en 1879, en Madrid. La crónica fue incluida en un libro titulado Tres relaciones de antigüedades peruanas, cuyo contenido incluye en conjunto tres crónicas, la última de las cuales incumbe a Pachacuti Yamqui.

El libro incorpora una carta introductoria escrita por Jiménez de la Espada, M. (1879: XLIV). El erudito español refiere que la crónica fue hallada en un tomo cuya relación contenía los manuscritos de Francisco de Ávila. Dicho volumen fue parte de la colección de la biblioteca personal del padre Florez, de quien se desconoce cómo llegó a poseerla. Hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.

3. La relación de Pachacuti Yamqui con Francisco de Ávila

Una pista de esta relación aparece cuando Marcos Jiménez reseña la crónica de Pachacuti Yamqui, señala como una posible fecha de su escritura el año 1613, tal como lo explica en la siguiente cita:

“La circunstancia de encontrarse junto con otros MSS. [manuscritos] del Dr. Francisco de Ávila, y anotado además por el sabio visitador, sobre abonar su interés, nos presta alguna luz acerca de la fecha en que debió escribirse, y que yo pongo no lejos de los años de 1613, en que el P. de Ávila terminaba de su puño un extracto de la serie genealógica de los incas, según los comentarios de Garcilaso de la Vega, y comenzaba la primera de las visitas que le encargó el arzobispo de Los Reyes […]”. Jiménez de la Espada, M. (1879: XLIV).

El cronista ha sido muy cuestionado por los intelectuales modernos, la pesadilla de Pachacuti Yamqui comenzó allá por 1927 por los comentarios tendenciosos escritos por Roberto Lehmann.

Lehmann, R. (1927), en su monografía titulada Coricancha. El templo del sol en el Cuzco y las imágenes de su altar mayor, atribuye de manera tenaz al extirpador don Francisco de Ávila intrusiones en los manuscritos de Pachacuti, puesto que la crónica fue descubierta junto con los escritos del extirpador formando un códice: el 3169 de la Biblioteca Nacional de Madrid. Como consecuencia de tal hallazgo, Lehmann señala una expresa manipulación de la crónica y del dibujo, pero no explica cómo se originaron las alteraciones introducidas ni si los cambios la desnaturalizaron. Tampoco revela cuál fue el fin que se obtuvo con ello; todo es una cuestión sin ninguna respuesta para Lehmann, que se limitó a acusar sin nunca fundamentar las razones que lo inclinaban a pensar así.

Sin embargo, la opinión maltrató la credibilidad de la crónica y, por ende, perjudicó la imagen del cronista collagua.

A nuestro entender, hubo cierta confusión en la comprensión de Lehmann. La cita aludida anteriormente nos ayuda a aclarar el tema cuando dice:

“La circunstancia de encontrarse junto con otros MSS. [manuscritos] del Dr. Francisco de Ávila, y anotado además por el sabio visitador, sobre abonar su interés […]”.

La cita en cuestión revela tres asuntos:

1) Indica que la crónica de Pachacuti estaba incluida junto con los manuscritos de Ávila.

2) Dice que la crónica de Pachacuti contenía anotaciones de Ávila y

3) Manifiesta un real interés de Ávila por participar en lo escrito por Pachacuti.

El tercer asunto revela por qué Lehmann atribuye alteraciones a la crónica de Pachacuti, sin embargo, Jiménez de la Espada aclara el enredo cuando narra cierto hábito del padre Ávila de traducir escritos originales quechuas de tradiciones indígenas sin nombrar a sus autores, tal como ocurrió con el manuscrito de Huarochirí.

A tal respecto Jiménez dice:

“[…] pues de su contenido viene á resultar que Francisco de Ávila no lo escribía todo de su cosecha, sino que traducía, adicionándolo é ilustrándolo con propias observaciones, un texto original recogido de personas que habían vivido en los errores y ritos de la gentilidad peruana […]”. (1879: XLIV, XXXV).

La cita delata al padre Ávila. Su condición de prelado le permitía solicitar u ordenar escribir a los indígenas feligreses acerca de sus antiguas tradiciones. Terminados los escritos, eran cedidos al extirpador, entonces los traducía, editaba y presentaba como propios olvidándose de nombrar al autor.

Una de sus víctimas fue el cronista Pachacuti Yamqui. Al parecer, Ávila se adjudicó sus textos pensando traducirlos y editarlos, razón por la que los escritos de Pachacuti Yamqui se hallaban en su poder. Jiménez de la Espada descubrió la felonía en los manuscritos de Huarochirí de Ávila y lo delató: Ávila, al ser natural del Cuzco, conocía el quechua y podía traducirlos fácilmente.

Por otro lado, Lehmann no leyó completo o ignoró el contenido introductorio de Jiménez de la Espada.

Siendo distinta la realidad de los hechos y por las razones expuestas, levantamos los cargos en contra de Pachacuti Yamqui por la infamia sufrida durante tanto tiempo.

4. Las críticas de Lehman a la crónica de Pachacuti Yamqui

Pero lo anterior no fue el único problema asumido post mortem de Pachacuti. Algunos estudiosos del dibujo señalan la inclusión de un par de símbolos vinculados con la religión católica, porque aparentemente muestra dos cruces cristianas: una en el pináculo del retablo (ver dibujo) conformada por cinco estrellas, y la otra, por la unión intencional de cuatro estrellas (en el medio) formando una cruz con el nombre de Chakana en general. Además, cuando los estudiosos analizaron las imágenes, hallaron ciertas incoherencias en algunos escritos y símbolos que perjudicaban la crónica.

Nos preguntamos: ¿Tendrán razón los investigadores o será otra patraña más?

No todo está en contra de Pachacuti Yamqui. También hubo un error de larga data originado en la monografía de Lehmann que se ha mantenido de modo incesante en el tiempo y ha sido arrastrado por los investigadores modernos. El error se presentó por una opinión superficial expresada en dicha monografía cuando indica que el dibujo de Pachacuti estaba colocado en la pared principal o testero del templo Coricancha. Hemos leído varias veces la crónica de Pachacuti y no dice lo que dicen que dice. Hasta donde hemos podido indagar, la crónica no expresa tal versión. Una vez más, todo el embrollo se origina en la monografía de Lehmann, R. (1927) cuando expresa lo siguiente:

“Entre los documentos más importantes sobre el templo del sol y especialmente su altar mayor, hay uno que fue publicado ha cincuenta años, pero no reconocido en su importancia fundamental: la Relación del yamqui don Joan de Santacruz Pachacuti, con datos breves sobre el edificio del templo y con un dibujo de su altar mayor”. (56). (el subrayado es nuestro).

La cita señala que el dibujo de Pachacuti está representado en el altar mayor del templo Coricancha. Por las crónicas entendemos que en dicho altar los incas colocaron la imagen del Sol, criterio avalado en la narración de diversos cronistas. Sin embargo, Lehmann asume la presencia de otras imágenes en el altar al expresar lo siguiente:

“La relación del yamqui don Joan de Santacruz Pachacuti, va a revelar entonces que en aquella pared había todavía muchas otras imágenes y representaciones […]” Ibid. (1957:56).

Estamos pues ante una interpretación errónea de Lehmann.

Pero:

¿Cómo obtiene la información de que el dibujo de Pachacuti representa el altar mayor del templo Coricancha?

En la monografía hallamos la respuesta. Lehmann leyó una carta de Jiménez de la Espada y halló dos comentarios declarados en el Congrés International des Américanistes celebrado en Bruselas en 1879, donde Jiménez dejó escrito lo que sigue:

“[en un] «dibujo a pluma», «figura un testero [pared] del gran templo del Cuzco, donde están representados los astros y meteoros [sic] adorados por los súbditos de los incas»” (58).

Finalmente, concluye Lehmann:

“Todos los autores posteriores [a Jiménez] que se han ocupado de la lámina de Pachacuti no se han dado cuenta de que representa el «testero» del templo del Sol […]” (58).

De modo que la causa que originó la opinión de Lehmann fue un antiguo comentario de Jiménez de la Espada asumido como cierto por R. Lehmann y persistido como tal por los investigadores modernos basados en los comentarios de Lehmann.

Nuestra opinión es contraria a Jiménez y Lehmann por varios motivos:

1) La crónica de Pachacuti Yamqui no expresa la opinión revelada por Jiménez de la Espada; en todo caso, es una opinión personal de lo que Jiménez creyó, sin ningún sustento en la crónica.

2) Cuando Pachacuti Yamqui narra el contexto en que incluyó su dibujo, fue en el gobierno de Mayta Cápac. Ante la cercanía de la fiesta del Cápac Raymi o fiesta del Señor, el soberano reedificó el templo Inticancha y ordenó renovar la plancha u óvalo de Viracocha fijándola en el mismo sitio donde estuvo.

Luego el cronista dice:

“[…] y en toda la redonda o rrededor de la plancha dicen que puso [desta manera] que allá detrás los pondré para que los vea lo que «aquellos» gentiles”.

La frase [desta manera] ha sido tachada y no se incluyó en el texto, excepto por la nota (3) al pie de página que dice: “Tachado: desta manera”. Al parecer, Pachacuti pensó incluir en ese espacio el dibujo, pero luego se rectificó para colocarlo más adelante. No menciona alguna pared ni menciona dibujo alguno en el altar mayor del templo.

En el supuesto de que el dibujo pertenezca a la época de Mayta Cápac y que así permaneciera hasta la llegada de los españoles, estaríamos aceptando que Mayta Cápac (4.° soberano) conocía que el mundo era redondo, tal como lo dibuja Pachacuti. Tomando en cuenta otro aspecto: en la parte baja del dibujo, Pachacuti trazó un rectángulo y lo cuadriculó en pequeños cuadrados, símbolo de la qollqa o almacén, que no existían aún en la época de Mayta Cápac, sino que fueron creadas por el inca Pachacútec (9.° inca), de manera que ambos absurdos echan por tierra cualquier presunción de que hubiera alguna plancha con las imágenes del dibujo en el altar mayor del templo y de que perteneciera a la época de Mayta Cápac.

3) Un argumento adicional es la descripción del templo Coricancha. Garcilaso de la Vega describe la existencia de seis aposentos: del sol, de la luna, de las estrellas, de Illapa y de Cuychi o el arcoíris; y el último, del sumo sacerdote. Todos los aposentos, excepto el del sacerdote, están representados en el dibujo de Pachacuti, pero con imágenes, como dándonos a entender que su dibujo es una síntesis de lo que albergaba el templo. En nuestra opinión, no tiene ningún sustento la declaración de Jiménez de la Espada, que presumimos fue una expresión muy personal, sin ningún fundamento histórico ni mítico que avale tal opinión, error que Lehmann asumió por cierto y se propagó como innegable en épocas modernas.

5. El óvalo de Viracocha

Entrando en otro tema: cuando observamos el dibujo de Pachacuti Yamqui, salta a la vista el gran óvalo que representa al dios Viracocha; no obstante, y en contra de lo que muestra el dibujo, los cronistas hicieron la descripción del dios a partir del relato de sus fuentes, dando como resultado la imagen de una deidad creadora, hacedora, ordenadora y bienhechora del mundo incaico; otros lo detallan como un ser humano con cabello corto, barbas crecidas y vistiendo una túnica larga hasta los pies.

Entonces, nos preguntamos:

¿Qué tiene que ver todo eso con el óvalo? Ningún cronista lo describe así, salvo Pachacuti Yamqui. ¿Por qué lo dibuja así? ¿Cuál es el significado del óvalo?

Además, el óvalo está acompañado por una veintena de imágenes y diversos escritos. Algunas de ellas son fácilmente comprensibles como el Sol o Inti y la Luna o Killa; pero de otras obtenemos una identidad confusa, como los ojos de ymaymana y las constelaciones que lo rodean, tal como puede apreciarse en la ilustración anexada líneas arriba.

A pesar de los deslices creados en su contra y de ciertos absurdos hallados en su crónica, el óvalo de Viracocha y el dibujo de Pachacuti Yamqui dejaron de ser un enigma incaico sin resolver, su significado ya no es un misterio. En nuestro libro Viracocha el sol de soles (ver aquí) desciframos el enigma del óvalo y de cada una de las imágenes que lo escoltan para después interpretarlo.

El lector hallará en el libro una explicación muy sustentada del dibujo y una interpretación que tiene como fundamento las crónicas, los estudios etnográficos, hallazgos arqueológicos y estudios modernos como herramientas históricas. El libro revela una historia distinta a la que hemos aprendido.

6. Conclusiones

1) La crónica de Pachacuti Yamqui es un documento original que proviene de los recuerdos memorizados por tradición familiar del cronista.

2) No existe evidencia que sus escritos hayan sido corregidos por el padre Francisco de Ávila.

3) El dibujo de Pachacuti Yamqui no representa los símbolos que había en el testero del aposento del Sol del templo Inticancha, por lo tanto, no podemos seguir difundiendo dicha opinión como cierta.

4) Respecto al significado de los símbolos de las dos cruces, del óvalo de Viracocha y demás figuras del dibujo del cronista, por ser un tema tan extenso, los remitimos al libro Viracocha el sol de soles de la referencia (o ver aquí). El lector encontrará la explicación de cada uno de los símbolos que, a nuestro entender, representan una genuina expresión incaica no reconocida hasta ahora.

5) Levantamos todas las críticas en contra de la crónica de Joan de Santacruz Pachacuti Yamqui por carecer de fundamento.

7. Referencias

Jiménez de la Espada, M. (1879). Tres relaciones de antigüedades peruanas. (1879 ed.). Ministerio de Fomento. España.

Lehmann, R. (1927). Coricancha – El templo del sol en el Cuzco y las imágenes de su altar mayor. Argentina.

Pachacuti Yamqui, S. J. (1993). Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú. (Con edición facsimilar del códice de Madrid. Edición de César Itier, estudio y comentario histórico de Pierre Duviols, estudio, comentario lingüistico y edición de César Itier ed.). Madrid, España: Instituto Francés de Estudios Andinos – Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas.

Sáenz, O. (2021). Viracocha el sol de soles. 1ra. Edición. Lima, Perú.

La leyenda de los hermanos Ayar

La leyenda de los hermanos Ayar

La leyenda de los hermanos Ayar narra cómo aparecieron los incas en el mundo andino. Son las vicisitudes ocurridas a cuatro parejas de hermanos desde sus orígenes míticos en el lago Titicaca hasta encontrar la tierra fértil donde se desarrollen sus ayllus o familias.

El entorno mítico se desarrolla en un pueblo moribundo de nombre Tiahuanaco (más información aquí), cultura longeva que se encuentra en caos y pronta a desaparecer por un éxodo masivo cuyas causas se ignoran. En la confusión, aparece un líder de nombre Ayar Manco acompañado de su hermana y esposa Mama Ocllo y sus seis hermanos al mando de una familia conformada por un clan numeroso que están dispuestos a echar suerte en territorios lejanos.

El camino para llegar a tierras ignotas está sujeto a pasajes míticos con genuino sentir incaico. En este post relatamos los sucesos ocurridos a los hermanos Ayar al encuentro de su destino final.

Índice

1. El mito y la leyenda: sentido histórico

La historia del origen de los hermanos Ayar se divulga de forma tradicional mediante la narración de sucesos fantásticos. La procedencia de los incas se acopió a través de relatos fabulosos y, por eso mismo, poco creíbles.

En concreto, la leyenda de los hermanos Ayar cumple el rol de recordar acontecimientos del pasado y es una fuente de sabiduría que describe la travesía de los hermanos buscando tierras fértiles; sin embargo, también es una leyenda con sucesos plagados de fantasía que dificultan su comprensión, quizá por no contar con una fuente distinta para compararlo y hallar los vínculos que los unan. La naturaleza fabulosa de la leyenda no permite a los estudiosos del tema obtener razones que avalen una historia verídica que explique lo acontecido. Para comprender las enseñanzas de la leyenda que nos ocupa, en el transcurso de la narrativa lo iremos comparando con el mito del dios Viracocha.

La cuestión es:

¿Cómo interpretar la narración fantasiosa para escurrir la verdad de la leyenda? ¿Tendrá la leyenda un sentido histórico? ¿Se puede obtener un resultado cercano a la realidad?

Es un desafío que nos fuerza a ingresar en el pensamiento incaico ―ya extinguido― para sustraer la fantasía de la leyenda y extraer la historia verdadera. Por esta razón, consideramos que para encarar su estudio, debemos comparar El mito de Viracocha (ver libro aquí) con la leyenda de estos hermanos. Solo así se logra interpretar el auténtico sentir incaico, caso contrario, no captaremos el mensaje oculto detrás de la entelequia usada para narrarlo.

Iniciemos el relato incaico de los hermanos Ayar:

2. Viracocha el dios creador de los hermanos Ayar

La mayoría de cronistas comienza la leyenda de los hermanos Ayar en el instante en que asoman por una de las cuevas del cerro Tampu T´tocco.

Ahora bien: ¿Cómo llegaron hasta allí? ¿De qué lugar procedían?

Las cuestiones propuestas se revelan en el mito de Viracocha: según De Molina, C. (1573 [1947]: párr. 022018), cuando el mundo se hallaba en tinieblas y el dios Viracocha concebía la segunda creación de gente en la planicie de Tiahuanaco, al mismo tiempo y de la nada, hizo aparecer al sol, la luna y las estrellas, ordenándoles dirigirse a la isla Titicaca y desde allí ascender a los cielos o Mundo Alto incaico.

Pero, antes, el sol se aparta del grupo de luminarias y muta en la figura de un hombre resplandeciente y convoca a Ayar Manco y sus siete hermanos. Y dirigiéndose a Ayar Manco como el hermano mayor, le dijo:

“Tú y tus descendientes habéis de ser futuros señores que sujetarán muchas naciones; ténganme por padre y jáctense de ser hijos míos debiendo reverenciarme como su padre”.

Dicho lo anterior, el sol entrega a Ayar Manco sus insignias, armas y un bastón de oro, para que, a manera de señal, lo hincase por las tierras a transitar y, en aquel lugar donde se hundiera, supiera que era el sitio destinado para fundar su reino. Después, los despidió augurándoles triunfos y buena ventura. En ese instante, Viracocha ordena al sol, luna y estrellas dirigirse al lago Titicaca para ascender a los cielos y tomar posesión del lugar que hoy ocupan. Al irrumpir el sol, se despejan las tinieblas iniciales y aparece la luz por primera vez en la tierra andina.

La etnia incaica asoma al territorio andino con la creación repentina del sol, hecho ocurrido en la isla del Sol del lago Titicaca.

3. La isla del Sol en el lago Titicaca

Así comienza la leyenda de los hermanos Ayar, con la extinta Tiahuanaco como el territorio de procedencia y la isla del Sol en el lago Titicaca, lugar de la creación de los incas.

Cabello Valboa (citado por Valcárcel, L. 1964: T.3, 244) recuerda que la isla de nombre Titicaca, ubicada en el lago del mismo nombre, es la cuna nativa de los hermanos Ayar. El padre San Nicolás ibid. (T 2, 133) dice que:

“[…] en la isla de Titicaca se construyó un templo al Sol. Fue erigido en memoria y evocando […] el principio y origen de la familia de los reyes del Cuzco. Dicha isla era tenida en gran veneración, y en ella con mayor preminencia un peñasco relacionado con el sol”.

Según el padre Ramos Gavilán ibid. (T.2, 129,130), la isla Titicaca fue un santuario y era conocida también como la isla del Sol. Cuenta Ramos que al interior había una gran peña por donde el Sol apareció por primera vez y que su fama se extendió a lugares remotos como Pasto, Quito y Chile desde donde venían en peregrinación. Dice la gente de aquel lugar que creían que en tiempos antiguos no hubo luz y sus mayores contaban que el sol apareció saliendo de dicha peña.

4. Pacaric Tampu: la paqarina de los hermanos Ayar

 

Los hermanos Ayar proceden de la isla del Sol en Tiahuanaco, pero ¿Cómo fue el traslado hasta Pacaric Tampu? El relato mítico lo revela, los cronistas señalan una cueva del cerro Tampu T´tocco como la paqarina (ver significado aquí) o lugar de origen de los incas, pero… ¿De qué manera llegaron hasta allí?:

Terminada la ascensión del sol, la luna y las estrellas al Mundo Alto, Viracocha ordenó a la segunda creación de gente sumirse en tierra para, a su orden, fueran a surgir por sus respectivas paqarinas, mandato que alcanza también a los hermanos Ayar, como lo confirma la crónica de De Molina, C. (1575/1947) que dice así:

“[…] y que luego en aquel instante, Manco Cápac y sus hermanos y hermanas, por mandado del Hacedor, se sumieron debajo de la tierra y vinieron a salir a la cueva de Pacari Tampu, donde se jactaban de proceder […]”. (Cap. 1, párr. 022018).

En consecuencia, los hermanos Ayar se introdujeron al interior de la tierra o Pachamama, que los albergó y después salieron a través de sus intersticios naturales por una de las cuevas del cerro Tampu T´tocco en Pacaric Tampu o el tambo del amanecer.

La travesía desde Tiahuanaco hasta Pacaric Tampu es muy extensa —570 kilómetros aproximadamente— y el mito no explica las incidencias de la comitiva durante el trayecto, todo ese tramo ha sido ignorado y perdido para siempre; solo cabe especular el posible camino.

La leyenda dice que, en el cerro Tampu T´tocco hubo tres cuevas: una de ellas nombrada como Sutic T´tocco, lugar por donde salió la etnia tampu, la otra Maras T´tocco, por donde surgió la comunidad mara y la cueva del medio o Cápac T´tocco o cueva real o principal que resultó ser la paqarina o lugar de origen de los cuatro hermanos Ayar acompañados con sus esposas y hermanas.

De esta manera, ingresa una nueva casta en el escenario andino, que nace con la creación del sol: los incas. Surgen con el cálido fulgor de la luz, quedando disuelta la oscuridad inicial revelada en el mito del dios Viracocha.

La versión de Cristóbal de Molina permite comprender la aparición de los incas en su paqarina o lugar de origen. Es así como se vincula la leyenda de los hermanos Ayar con el mito de Viracocha, de lo que inferimos lo siguiente:

1) La leyenda de los hermanos Ayar es una ramificación del mito del dios Viracocha.

2) El relato de Cristóbal de Molina el Cuzqueño coincide con el mito de Viracocha y concuerda con el pensamiento incaico que asocia los lugares de origen con las paqarinas. Lo que no poseíamos era el nexo para unir el mito con leyenda.

3) La presencia del dios Viracocha en el hecho de la aparición de los incas es innegable.

4) Cobo, B. (1653/1964: Cap. 3, párr. 062360) relata una versión similar que reprodujo de Cristóbal de Molina el Cuzqueño.

Los nombres de los hermanos fueron: Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca; los de sus hermanas: Mama Ocllo, Mama Huaco, Mama Cura y Mama Ragua. Todos salieron ricamente ataviados: los varones, con unas mantas largas y unas camisas sin mangas tejidas con lana y muchos bordados o tokapu que, según Cieza de León, significa vestido para reyes; las mujeres, a su vez, vestían mantas y fajas repujadas en oro y transportaban mucho servicio doméstico, labrado en oro y plata, para guisar sus alimentos.

Narra Sarmiento de Gamboa que los cuatro hermanos se pusieron de acuerdo y que, con la convicción de que eran fuertes y sabios, decidieron pactar previamente las acciones que debían llevar a cabo para lograr su objetivo que era: declarar la guerra a los pueblos que no los reconocieran como señores y someterlos para apropiarse de sus tierras. Así, concertado todo, salieron de Pacaric Tampu caminaron por entre cerros y quebradas buscando las tierras fértiles.

La comitiva trae consigo la vara de oro entregada por su padre el Sol, y la hinca cada cierto tramo del camino. Su meta es permanecer en el territorio donde se hunda, dado que es la señal que indica el lugar preciso para fundar el pueblo. El relato permite intuir que la búsqueda de tierras fértiles es una de las causas del éxodo, la falta de tierras aptas para el cultivo y producción de alimentos en Tiahuanaco origina la salida de Ayar Manco y su séquito.

5. La travesía de los hermanos Ayar para llegar al Cuzco

Salieron debidamente pertrechados: portaban haciendas, servicios y armas. Ayar Manco, traslada en sus pertenencias, un ave parecida a un halcón, de nombre Indi, lo guarda en un estuche de paja. Sus familiares le temen, creen que es una huaca (ver significado aquí) o cosa sagrada o encantada.

Caminaron hasta llegar al pueblo Huaynacancha o el Patio Joven, a cuatro leguas del inexistente Cuzco, donde sembraron sus semillas y repusieron alimentos. En esta aldea, Ayar Manco se juntó con Mama Ocllo, encuentro que da lugar a su embarazo. Pero, como la tierra no eran tan fértil como deseaban y no brindaba las cosechas que requerían, decidieron reiniciar la marcha y se mudaron al valle de Tamboquirau o Cuna del Tambo, nombrado así por tratarse del lugar donde Mama Ocllo alumbró al primogénito. La comitiva se dirigió a Pallaqta, que es como decir un pueblo de paso, donde se mantuvieron por un tiempo. Sin embargo, tampoco les agradó la tierra y continuaron avanzando hasta llegar a Haysquisrro.

6. Ayar Cachi: encierro en la cueva de origen

Durante la caminata, uno de los hermanos, el más fuerte de todos, de nombre Ayar Cachi que, traducido al quechua quiere decir Sal, andaba alardeando de su gran fortaleza a la vista de sus hermanos. (Acerca del nombre, estudios lingüísticos consignan un significado distinto, (ver enlace aquí).

Retomando la historia:

En el camino Ayar Cachi saca de su bolsón una honda y coloca una piedra. Dándole vueltas la arroja en dirección a un cerro muy distante y alto; tal fue el impacto que lo derrumbó y abrió paso a una quebrada. Así iba por el camino: arrojando piedras, allanando cerros y formando despeñaderos profundos entre sus diabluras y crueldades.

La actitud de Ayar Cachi causó preocupación a sus tres hermanos, quienes mantuvieron una conversación secreta para deshacerse de su compañía. Amenazados por la fuerza del hermano, llegaron a temer que, en un futuro cercano los sujetara bajo su mando, de modo que en dicha reunión tramaron una treta sutil.

Convocaron a Ayar Cachi y le dijeron:

“Hermano, debes saber que olvidamos en Cápac T´tocco, unos vasos de oro o topacusi y algunas semillas, así como nuestra principal insignia de señores o cetro o suntur paucar. Conviene, por el bien de todos, que vuelvas allá y los traigas”.

Ayar Cachi se negó inicialmente, pero su hermana Mama Huaco lo reprendió severamente y, ante la insistencia de las otras hermanas, asintió.

De modo que el valiente Ayar Cachi resulta convencido para regresar a la cueva en búsqueda del requerimiento. Pero no fue solo: los hermanos designaron a Tambochacay (nombre tenebroso; significa el tambo de la noche) como compañero comisionándole en sigilo eliminar al hermano pendenciero. Ayar Cachi tenía que desaparecer.

Con opuesto cometido, partieron ambos. Cuando llegaron a Tampu T´tocco, Ayar Cachi ingresó a la cueva y Tambochacay colocó una peña colosal tapiando la entrada y se sentó encima para evitar cualquier posible fuga. No pasó mucho tiempo para que Ayar Cachi hallase la salida taponada, entendiera la traición de Tambochacay y quisiera vengarse. Secuestrado por su furia, puso toda la fuerza en la roca y con vigorosos gritos hizo temblar el monte; aun así, no logró salir.

Dando por segura su muerte, vociferó con todo el ímpetu de la rabia acumulada:

“Tú, traidor, que tanto mal me has hecho, ¿piensas llevar las nuevas de mi mortal carcelería? ¡Pues no sucederá así! ¡Por tu traición, quedaras ahí, convertido en piedra!”.

Dicho esto, Tambochacay quedó convertido en piedra a un lado de la cueva Cápac T´tocco y Ayar Cachi quedó confinado en la oscura cueva.

A los siete hermanos que habían quedado en Haysquisrro, les pesó tanto en el ánimo el crimen cometido, que prorrumpieron en un gran llanto. Aun así, optaron por proseguir su camino, no sin antes acordar que la hermana y mujer de Ayar Cachi se quedara a cargo de Ayar Manco, pero en calidad de sirvienta.

Hasta aquí el relato nos crea ciertas dudas, como: ¿Cuál es el significado de la prisión de Ayar Cachi? ¿Qué rol asumen sus tres hermanos?

Molinié, A. (1987:71-81) ayuda a responder ambos interrogantes cuando dice:

“El agua es para Taguapaca lo que es el interior de la tierra para Cache” (78).

Dicha frase se hace entendible por el principio de correspondencia que dice:

“Lo que sucede en el Mundo Alto ocurrirá en el Mundo Bajo y viceversa”.

Si comparamos la interpretación del mito de Viracocha (ver libro del mito aquí) con la leyenda de los hermanos Ayar, hallamos que los cuatro soles del mito del dios tienen sus similares en los cuatro hermanos Ayar. Es decir, por el principio dicho: lo que sucede en el Mundo Alto incaico (mito) ocurrirá en el Mundo Bajo (leyenda) y viceversa. Para comprender los nexos que unen el mito de Viracocha (cielo) con la leyenda de los hermanos Ayar (tierra), detallamos sus similitudes:

1) El mito tiene cuatro dioses protagonistas: Viracocha y sus tres hijos. La leyenda, por su parte, revela cuatro hermanos: Ayar Manco y sus tres hermanos.

2) El mito dejar ver tres soles luminosos y uno oscuro; de igual modo, la leyenda revela tres hermanos juntos y uno en la oscuridad de una cueva.

3) Viracocha cumple la función de padre y es apoyado por sus dos hijos dóciles; a su vez, Manco Cápac es el jefe del clan y tiene bajo su mando a los dos hermanos dóciles.

4) Tres soles luminosos equivalen a los tres hermanos Ayar y un sol oscuro equivale a un hermano cautivo. En el Mundo Bajo, Ayar Cachi equivale al hijo de Viracocha de nombre Tawapaka del Mundo Alto. Asimismo, en el Mundo Bajo, Ayar Manco, Ayar Uchu y Ayar Auca equivalen a Viracocha, Ymaymana y Tokapu que son los dioses del Mundo Alto.

5) Los tres Viracochas continúan la creación, en tanto que Tawapaka ingresa en la oscuridad, igualmente, los tres hermanos Ayar continúan la búsqueda de tierra fértil, en tanto que Ayar Cachi queda sepultado en la oscuridad de una cueva.

6) En el aspecto lingüístico también hay similitudes: Tawapaka significa el cuarto (sol) que está oscuro, oculto, secreto. Es, por tanto, el sol oscuro que personifica la muerte. En cuanto a Ayar Cachi, sabemos que está asociado a un encierro en una cueva oscura; de manera simbólica su propio nombre lo vincula con un cerco tapiado (ver significado aquí), donde es confinado, a la vez, su acompañante Tambochacay significa tambo de la noche. La oscuridad andina está relacionada con la muerte; y no otra será la suerte que correrá Ayar Cachi.

Como consecuencia de lo manifestado, existen analogías entre los cuatro Viracochas o cuatro soles del Mundo Alto con los cuatro hermanos Ayar del Mundo Bajo. Lo acaecido en los cielos se repite en la tierra en virtud del principio de correspondencia o “como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”.

Podemos concluir que el relato incaico de los hermanos Ayar es consecuente con el pensamiento incaico de los cuatro soles del mito de Viracocha. En Manco Cápac y sus tres hermanos se repite la misma historia del mito de Viracocha con sus hijos, aunque en un contexto distinto. Esto es así, porque el mito de Viracocha tiene por escenario el Mundo Alto (cielo), en cambio, la leyenda de los hermanos Ayar se cumple en el Mundo Bajo (tierra) incaico.

Quedan respondidas las cuestiones planteadas al inicio. Y con este nuevo referente podremos entender mejor el actuar y proceder de los demás hermanos Ayar.

7. Los hermanos Ayar y sus acuerdos

Consumado el hecho, se reanudó la marcha hasta llegar a Quirirmanta, muy cerca al cerro Huanacauri, lugar ubicado a dos leguas del Cuzco. En este pueblo, los tres hermanos restantes se reunieron para conferenciar y realizar consultas para dividir los oficios que cada uno debía asumir.

Pactaron lo siguiente:

1) Ayar Manco debía casarse con su hermana Mama Ocllo.

2) Ayar Manco fue elegido como el superior de todos, quien tenía a cargo a todas las familias. Como consecuencia cambió su nombre, en el futuro será nombrado como: Manco Cápac (ver significado de Cápac aquí).

3) Ayar Uchu se quedaría convertido en una huaca o lugar sagrado en el cerro Huanacauri para ser venerado por los incas.

4) Ayar Auca debía obedecer las órdenes de Ayar Manco. El acuerdo fue que debía instalarse en el lugar donde se fundaría el futuro reino.

8. Ayar Uchu y la suerte que corrió

En tanto dejaban el cerro atrás, Ayar Manco observó a lo lejos una huaca que obstaculizaba el camino. Ayar Uchu se ofreció ir y adelantarse para retirarla. No bien llegó, se sentó encima y le preguntó qué hacía en aquel lugar, La huaca volvió la cabeza tratando de ver de qué se trataba, pero como el peso la oprimía no pudo volverse. A la vez, Ayar Uchu quiso pararse, pero sus pies quedaron pegados al suelo y, de forma paulatina se fue convirtiendo en una estatua de piedra.

Cuando llegó, Ayar Manco lo encontró transformado, aunque aún podía hablar. Ayar Uchu le dijo que se quedaría así, como un ídolo petrificado, solicitando como retribución por su buena voluntad lo siguiente:

1) Que le rindieran veneración en todas sus fiestas y honores cuando ocurriese la celebración de la ceremonia de Huarachico o fiesta de armar caballeros.

2) Que fuera el primero en recibir las ofrendas y lo adorasen como padre en aquel preciso lugar en que se quedaba.

Cuando Ayar Manco acepta el pedido, Ayar Uchu queda en definitiva petrificado.

Y fue así como se transformó en una huaca, de modo que, en su memoria y recuerdo, bautizaron el sitio como Ayar Uchu Huanacauri (ver significado aquí). La ceremonia del Huarachico tuvo vigencia permanente desde el tiempo de Ayar Manco hasta el arribo de los españoles. Los sacrificios y ofrendas, según refiere Cristóbal de Molina, se dirigían primero al cerro Huanacauri cumpliendo de esta manera lo acordado con el hermano.

Proseguimos con el relato:

Tristes por la pérdida de otro hermano, partieron del lugar y descendieron del cerro hasta llegar a los valles del Cuzco. En el camino divisaron el pueblo de Matagua (Mataguaya, en puquina), cuyo significado según Cerrón Palomino, R. (2013) (2016) es Cuesta Rasa, lugar donde construyeron sus chozas y vivieron un tiempo.

Habían transcurrido muchos años; tan así que Sinchi Roca había crecido y tenía la edad para armarse como caballero y le horadaran las orejas. En Matagua, celebraron el rito del Huarachico con mucho regocijo salpicado de llantos y pena por el recuerdo de los hermanos perdidos. Según Sarmiento de Gamboa, también allí inventaron el lloriqueo en honor a los muertos imitando el gorjeo de las palomas.

9. Ayar Auca, le aparecieron alas

Después de dos años en Matagua, reiniciaron la búsqueda de tierra fértil. Unos cuentan que Mama Huaco y otros que Ayar Manco fue quien lanzó la vara de oro en Colcabamba, topónimo que hace alusión a un lugar con muchas llanuras, pero el cayado no se hundió. En la segunda lanzada, la vara llegó a Huaynapata o Lugar de Andenes y se perdió; nunca más la pudieron recuperar. Era la señal esperada: estaban en el terreno fértil que tanto buscaban y en ese instante decidieron invadirlo. Gozosos con el acierto, regresaron a Matagua para planear el despojo y apropiación del territorio.

Desde Matagua, Ayar Manco divisó a lo lejos un mojón de piedra ubicado cerca a lo que hoy es el monasterio de Santo Domingo del Cuzco. Se lo mostró a Ayar Auca —a quien le habían brotado alas— y le ordenó alzar vuelo, sentarse y tomar posesión de la zona donde estaba el mojón, lugar destinado para el futuro pueblo de los incas. Ayar Auca emprendió vuelo en la dirección indicada y, al tocar tierra y sentarse en el mojón, quedó convertido en una piedra. Por último, quedaron Ayar Manco, Mama Ocllo y sus tres hermanas, con quienes se funda el Cuzco.

Ayar Auca quiere decir Ayar el Guerrero por traducción del quechua, pero el relato mítico no expresa ningún contexto bélico donde destaque este hermano (ver significado aquí).

¿Cuál es el sentido incaico ante la pérdida de ambos hermanos?

Si comparamos la leyenda con el mito de Viracocha, de nuevo el escenario descrito tiene similitud con el mito. Es el suceso del recorrido llevado a cabo por los tres dioses del mito, recuerda a los tres Viracochas avanzando por tres lugares distintos: Ymaymana por los Andes (amanece el sol), Tokapu por los llanos (ocaso del sol) y Viracocha por en medio de los dos (sol del mediodía). De forma similar procedió Ayar Manco, cuando ordenó a sus hermanos los lugares por donde debían ir:

1) Ayar Uchu, quedó convertido en piedra en el cerro Huanacauri, lugar por donde amanece el sol, entonces, es el símil de Ymaymana Viracocha.

2) Ayar Auca se posó sobre un mojón en un sitio cercano al convento Santo Domingo, según narra De Sarmiento, P (1572/1965), inferimos que es el lugar donde se oculta el sol; de ser así, Ayar Auca sería símil de Tokapu Viracocha.

3) En último término Ayar Manco funda el Cuzco y adopta el papel equivalente al padre de los Viracochas.

Falta aclarar el significado de la aparición de alas en Ayar Auca y su vuelo hasta convertirse en piedra. Desde nuestro punto de vista, el simbolismo es evidente: el vuelo es una alegoría que simula el recorrido del sol de un lugar a otro. Es el camino que el astro recorre desde el amanecer (Huanacauri) hasta su ocaso, lugar donde muere el sol y donde queda petrificado Ayar Auca.

Como consecuencia de todo lo anterior, la caminata terrenal de Ayar Manco y sus hermanos simula la caminata celestial efectuada por Viracocha y sus hijos. El mito de Viracocha evidencia el recorrido solar cuyo escenario es el Mundo Alto incaico, y la leyenda de los hermanos Ayar, indica el recorrido terrenal cuyo escenario es el Mundo Bajo. En consecuencia, el mito y la leyenda cuentan historias parecidas, pero en contextos distintos. Los cuatro soles del mito de Viracocha son los símiles de los cuatro hermanos Ayar. Mito y leyenda se unen y complementan por el principio de correspondencia o “como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”.

Aquí concluye la leyenda de los hermanos Ayar, relato que deja muchas enseñanzas y argumentos que permiten entender el origen de los incas y su aparición en tierra cuzqueña.

10. Conclusión

A continuación, extractamos sus claves:

1) La patria natal de Ayar Manco (después Manco Cápac), sus hermanos y los ayllus conformantes del séquito es Tiahuanaco, una demarcación territorial y origen de cultura del mismo nombre pronta a desaparecer. El ocaso propicia el éxodo de los hermanos. Por el relato de los cronistas, sabemos que los ayllus proceden de la isla del Sol ubicada en el lago Titicaca.

2) El objetivo principal de los hermanos Ayar fue hallar tierras fértiles donde se desarrollen sus familias y añadir prosperidad a sus vidas.

3) Desde los inicios de la leyenda se vislumbra los dioses que serán venerados en un futuro por los incas: uno es Viracocha, el dios Hacedor del universo incaico, y el otro es el Inti o Sol, creado por el propio Viracocha. Se desprende del relato, que los incas reconocían y adoraban dos dioses.

4) La paqarina o lugar de origen de los incas es el cerro Tampu T´tocco en Pacaric Tampu, cerro que adquiere connotación de huaca o lugar sagrado y que fue objeto de culto en el transcurso de todo el incanato. Se fundamenta que, en el futuro, las etnias tendrán como lugar de origen una paqarina.

5) Los incas adquirieron diversos conocimientos avanzados propios de la cultura tiahuanaco, tales como religión, agricultura, ganadería, metalurgia, construcción de viviendas, astrología, canalización de acequias, milicia, confección de vestidos, etcétera.

6) La leyenda pormenoriza los lugares y aldeas por donde transitó la comitiva de ayllus hasta llegar al Cuzco. Los topónimos de dichos lugares son palabras de origen puquina que aluden a la geografía cusqueña. La peregrinación demoró muchos años y se vuelve evidente en la travesía: Ayar Manco embaraza a Mama Ocllo y el hijo de ambos, Sinchi Roca, sucesor y futuro soberano, cuenta con dieciocho años de edad cuando se constituye como guerrero en la ceremonia del Huarachico. En esa época, Ayar Manco aún no había invadido el Cuzco. Presumimos que entre la salida de Tiahuanaco y la llegada al Cuzco transcurrieron más de veinte años. No olvidemos que antes de instalarse tuvieron que guerrear con los lugareños para apropiarse de sus tierras.

7) La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo (ver aquí), según Garcilaso de la Vega, presenta a los incas como gente magnánima cuyo objetivo es culturizar a los indígenas en estado primitivo. La pareja procede del cielo, extremo que vulnera el pensar incaico de los lugares de origen o paqarinas. El relato carece de argumentos incaicos que permitan validarla y la versión de Garcilaso pierde validez como documento histórico.

8) La leyenda de los hermanos Ayar posee en su estructura mítica un conjunto de eventos que la vinculan con el mito de Viracocha, de modo que se deduce fácilmente que la leyenda es una extensión del mito. Dicho de otro modo: la leyenda cuenta una historia semejante al mito de Viracocha. Los cuatro hermanos Ayar son los símiles terrenales de los cuatro Viracochas o cuatro soles míticos. Ayar Manco equivale a Viracocha, Ayar Auca a Tokapu, Ayar Uchu a Ymaymana y Ayar Cachi a Tawapaka. Ayar Manco, Ayar Uchu y Ayar Auca se corresponden con los tres soles luminosos del mito de Viracocha y Ayar Cachi es el sol oscuro. Como corolario de las equivalencias, la leyenda de los hermanos Ayar es, además, una genuina narración inca que evidencia los orígenes míticos de los incas en conformidad con el mito.

9) La caminata mítica de los hermanos Ayar desde Tiahuanaco hasta llegar al Cuzco tiene relación con el recorrido solar. Es obvio que la ruta de los hermanos Ayar fue observando el comportamiento del recorrido solar, que los lugares donde se convierten en piedra Ayar Uchu y Ayar Auca representan el sol al amanecer y sol en el ocaso, que el encierro de Ayar Cachi simboliza el sol oscuro, y que, al final, queda Ayar Manco que es el sol en lo alto, en clara identificación con Viracocha. El sol muestra el camino a seguir hasta posesionarse del territorio cuzqueño.

Todo lo anterior se confirma en el análisis lingüístico de los nombres de los hermanos Ayar: es el caso de Ayar Uchu y Ayar Auca o Ayar el Menor y Ayar el Mayor. Falta Ayar Cachi que, como se ha concluido, tiene su análogo en Tawapaka, el sol oscuro.

10) Los conocimientos astrológicos de Ayar Manco permitieron guiar a su pueblo a la búsqueda de tierra fértil. Por otra parte, el camino del sol marcó el destino de la etnia incaica y la actuación del séquito fundador fue consecuencia de creencias religiosas íntimamente ligadas con la cualidad una y múltiple de su dios Hacedor: Viracocha.

11) La leyenda de los hermanos Ayar es rica en pensamiento incaico. De ahí deducimos que es un documento histórico genuino de los incas.

11. Referencias

Cerrón, Palomino, R. (2013) Las lenguas de los incas: el puquina el aimara y el quechua. Peter Lang, Frankfurt am Main, Alemania.

Cerrón, Palomino, R. (2016). El lenguaje como hermenéutica en la comprensión del pasado: a propósito del puquina en la génesis del imperio incaico. Diálogo Andino N° 49, páginas 11-27. Obtenido de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php ?script =sci_arttext&pid=S0719-26812016000100004&lng=es&nrm =iso.

Cobo, B. (1964 [1653]). Historia del Nuevo Mundo. Obtenido de: https:// es.scribd.com/doc /50568547/COBO-Bernabe-165 3-1964-Histo ria-del-Nuevo-Mundo#scribd

De Sarmiento, P. (1965 [1572]). Historia de los Incas (Segunda parte de la Historia general Llamada Indica). Obtenido de: https://es .scribd.com/document/50568767/SARMIENTO-DE-GAMBOA-Pedro-1572-1965-Historia-de-los-Incas-Segunda-parte-de-la-Historia-General-Llamada-Indica.

De Molina, C. (1947 [1573]). Ritos y Fábulas de los Incas. Obtenido de https://es.scribd.com/document/50568715/MOLINA-Cristo bal-de-del-Cuzco-1573-1947-Ritos-y-fabulas-de-los-incas.

Molinié, A. (1987). El regreso de Viracocha. Obtenido de: https: //es.scribd.com/doc/306223148/El-Regreso-de-Viracocha.

Sáenz, O. (2021). El mito de Viracocha. (1ra. ed.). 1ra Ed. Lima, Perú.

Valcárcel, L. (1964). Historia del Antiguo Perú (Vol. 3 volúmenes). Lima, Perú: Juan Mejía Baca.

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo tiene por autor al Inca Garcilaso de la Vega, se trata de una narración única, copiada incluso por otros cronistas. Si la comparamos con la leyenda de los hermanos Ayar (ver aquí) no encontraremos ninguna similitud, puesto que son totalmente distintas.

Previo a narrar la leyenda, Garcilaso evoca la precaria situación en que vivían los indígenas mucho antes del incanato, diríase que tratando de sustentar las causas de la aparición y conquistas de los incas.

El cronista divide la leyenda en dos edades:

1) En la primera describe a una humanidad que vive en estado salvaje y carente de normas morales, sobreviviendo en total indigencia y desconcierto, sin poseer religión, sin áreas urbanas, sin principios ni valores establecidos.

2) La segunda edad comienza con la aparición de Manco Cápac y Mama Ocllo en el lago Titicaca, venidos por orden del Sol para instruir a la gente de la primera edad.

Según Garcilaso, los incas aparecen en el escenario andino con el mandato y objetivo de educar y cambiar el mundo salvaje en que vivían los indígenas de esos tiempos.

Además de la leyenda, Garcilaso narra dos versiones adicionales del origen de los incas: en una cuenta la aparición de un gran señor en Tiahuanaco, y la otra, muy lacónica, relata a los hermanos Ayar; ambas se narran al final de esta que nos ocupa.

En este post contamos y comentamos la leyenda tratando de descubrir la verosimilitud de la versión de Garcilaso de la Vega.

Iniciemos el relato de los sucesos legendarios de Manco Cápac y Mama Ocllo:

Índice

1. Garcilaso y la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

Es menester conocer de dónde obtuvo Garcilaso su información. Iniciaremos nuestro relato atendiendo esta duda. Garcilaso de la Vega, I. (1985) dice lo siguiente:

[…] más fácil y llano era contar lo que en mis niñeces oí muchas veces a mi madre y a sus hermanos y tíos y a otros sus mayores acerca de este origen y principio, porque todo lo que por otras vías se dice dél viene a reducirse en lo mismo que nosotros diremos, y será mejor que se sepa por las propias palabras que los incas lo cuentan que por las de otros autores extraños. (28).

La fuente de Garcilaso es la tradición familiar. Nótese que se anticipa para decir que resta importancia a la narración de los cronistas españoles, como dando a entender que relata de una fuente directa, que no es otra que su propia familia. El Inca escritor estuvo emparentado con diversos reyes incaicos y este argumento le vale para otorgar la veracidad y autoridad que ejercita en sus relatos.

Su madre residía en el Cuzco, procedía de una alcurnia noble y era visitada por los pocos parientes sobrevivientes del genocidio perpetrado por Atahuallpa. En las pláticas familiares, evocaban diversos hitos históricos como los orígenes, la grandeza, las conquistas, las hazañas, la guerra y la paz y la magnificencia del imperio incaico. Los tíos se inflamaban de orgullo por el pasado heredado, pero de pronto se sumían en un estado de congoja y pena infinita, sollozaban por el recuerdo de sus antiguas estirpes y por el imperio perdido. Entre lágrimas decían:

“Trocósenos el reinar en vasallaje”.

Garcilaso se crío en una familia real incaica. Durante su niñez y adolescencia, escuchó las historias de sus parientes y las memorizó. De sus recuerdos del pasado rescató el origen de la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo y la relató en dos edades. Comencemos con la primera:

2. La primera edad: antes de Manco Cápac y Mama Ocllo

En tiempos anteriores a los incas, dice Garcilaso que:

“[…] unos indios había poco mejores que bestias mansas y otros mucho peores que fieras bravas”

Tenían gran número de dioses y distintos uno de otro, en cada provincia, pueblo, barrio o bando tenía su dios particular. Los indígenas adoraban aquello que veían: plantas, flores, árboles, cerros, peñas, cuevas, guijarros; veneraban animales como el tigre, el puma, la zorra, los monos, el perro o aves como: el cóndor, el águila, el halcón, el búho, el murciélago; incluso ofidios y reptiles como la culebra, la lagartija, el sapo y el escuerzo.

Otros reverenciaban cualquier accidente geográfico que pudieran brindarles beneficios para su vida cotidiana, como, por ejemplo: fuentes, ríos, lagos, manantiales que les otorgaban agua para sus sembríos; adoraban la tierra que nombraban como Pachamama por sus frutos; a los auquénidos, por la carne y lana; a las plantas como el maíz o aquella que más frutos les brindara.

En cambio, los indígenas de la costa del océano Pacífico tuvieron distintos dioses: el mar, cuyo nombre era Mamacocha que significa la Madre del Mar por el sustento obtenido de la extracción de sus pescados, y la ballena, por su grandeza y monstruosidad. En otras regiones se postraban ante el pescado que fuera más abundante. Tenían por creencia que existía un pescado primigenio de su especie, cuya morada se hallaba en el cielo o Mundo Alto y que de vez en cuando les remitía en gran número a sus hijos para sustentarlos.

Veneraban con sacrificios a sus dioses: les ofrendaban hombres, mujeres y niños capturados como prisioneros en los combates que provocaban. Estando vivos aún, les sajaban el pecho para extraer el corazón y los pulmones que les servían para predecir la aceptación del sacrificio y luego los quemaban en ofrenda a sus deidades. Con la sangre, asperjaban sus ídolos mientras el resto del cuerpo era consumido como alimento en una gran fiesta.

Garcilaso pone fin al asunto indicando que la gente se comportaba así porque no fueron culturizados por los incas. Pero hubo otros sacrificios no tan salvajes donde inmolaban animales, aves, plantas, semillas y madera perfumada. De acuerdo a la cantidad de cosecha obtenida, estimaban la magnitud del sacrificio que debían ofrendar.

En lo que respecta a la vivienda, hemos de decir que no la conocían ni la sabían construir. Unos vivían en pequeñas aldeas sin plaza, ni calles; según Garcilaso, vivían “como un recogedero de bestias”; otros poblaron laderas altas erigiendo fortalezas; y unos pocos, en chozas esparcidas sin orden por el campo; otros más vivían en cuevas, resquicios de peñas o huecos de árboles.

La convivencia entre distintos pueblos era cruel. Vivían del robo, de la muerte y asolación de las familias, y es así como se originan los señores con sus vasallos.

Los indígenas de clima templado andaban desnudos; a lo más, traían ceñido al cuerpo un hilo grueso. En tierras de clima frío se cubrían el cuerpo con pieles de animales y tejidos de cáñamo y empleaban mantas tejidas a base de lana, pero sin el cuidado y atención en confeccionarlas con perfección.

Tampoco existían normas para el casamiento, de manera que el acto oficial variaba de aldea en aldea. Algunos padres pactaban a su hija como novia previo acuerdo con los padres del futuro marido. Cuenta Cieza de León que en ciertos lugares de la costa practicaban la sodomía como parte de sus rituales sagrados.

Cada nación, pueblo o aldea tenía su propia lengua y los que se entendían entre sí eran apreciados como parientes, amigos o confederados; aquellos que no entendían el idioma se convertían en enemigos.

Era común entre esta gente la hechicería y el uso de la ponzoña.

El contexto descrito será el que hallarán los incas. Se encontrarán rodeados por indígenas con distintos grados culturales y carentes de valores morales establecidos. Es así como el cronista justifica la conquista iniciada por los incas a lo largo del imperio.

3. La segunda edad: la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

Ente el contexto anterior, Garcilaso de la Vega cuenta la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo. Los hijos del Sol se dan a conocer para salvar a los indígenas de las tinieblas en que se hallaban sumidos. Corresponde a esta etapa la segunda edad, que se inicia con la aparición de Manco Cápac y Mama Ocllo.

Veamos cómo se desarrolla:

El Sol puso atención en la gente, se apiadó de la forma en que vivían y tomó la decisión de traer del cielo a la tierra a sus hijos con el fin de adoctrinarlos. Decretó convertir a su culto a la primitiva humanidad para inculcarles la veneración y devoción al Sol. A tal efecto, estableció leyes para que vivieran en casas y poblados, aprendieran a labrar la tierra, cultivaran sus alimentos y cosecharan sus frutos, además de enseñarles a criar ganados para obtener alimento y vestido.

Con estas disposiciones, el Sol coloca a sus dos hijos en el lago Titicaca y les ordena buscar el lugar donde fundar su pueblo. Para tal fin, les entrega una barra de oro para hundirla en tierra: en aquel lugar donde ésta se hunda sería el sitio elegido para afincarse. Les ordenó que, cada pueblo sometido debía educarse en base a la razón y justicia. Los invistió como reyes y señores de todas las gentes y naciones conquistadas en base a sus buenas razones. Declarado lo anterior, se despidió de sus hijos y ambos salieron del lago Titicaca rumbo al norte. Conforme ingresaban a los valles entre paradas del camino, hincaban la vara en tierra, pero nunca se hundía.

Anduvieron un largo trecho hasta llegar a Pacaric Tampu o el tambo del amanecer, nombre que Manco Cápac otorgó porque salió de allí al tiempo en que amanecía. Luego se encaminó hacia un hermoso paraje, acordando con Mama Ocllo poblarlo. Muy cerca colindaba el valle del Cuzco, que era un territorio hermoso.

Siguiendo con lo convenido, la primera parada fue en el cerro Huanacauri (ver significado aquí), donde Manco Cápac, una vez más, trató de hundir la barra. Para su sorpresa, se sumió al primer golpe y desapareció en el fondo de la oquedad.

Manco Cápac (ver significado de Cápac) se dirigió a su mujer y le dijo las siguientes palabras:

“En este valle manda Nuestro Padre el Sol que paremos y hagamos nuestro asiento y morada para cumplir con su voluntad, por tanto, Reina y hermana, conviene que cada uno por su parte vamos a convocar y atraer esta gente, para los dotrinar y hacer el bien que Nuestro Padre el Sol nos manda” Ibid. (1985: 30).

Antes de salir de Huanacauri, Manco Cápac lo convirtió en una huaca (ver significado aquí) o lugar sagrado y erigió un templo para la adoración del Sol, dado que en ese lugar fue donde desapareció la barra de oro. Ambos soberanos partieron dejando atrás el cerro y cada uno por distintos caminos fue buscando y convocando gente: Manco Cápac enrumbó hacia el septentrión y Mama Ocllo al mediodía.

Conforme hallaban indígenas, les decían que su padre el Sol los había enviado del cielo como sus maestros y benefactores, para cambiar la vida primitiva en que vivían. Los indígenas, atraídos por las vestimentas, los adornos, las orejeras y las buenas palabras de Manco Cápac y su consorte, creyeron y reconocieron a ambos como hijos del Sol y decidieron comunicar la noticia a sus familias. El mensaje se difundió y mucha gente comenzó a seguir a sus nuevos reyes. La búsqueda tuvo sus frutos. Manco Cápac reúne numerosa gente y decreta organizarlos: unos se ocuparon de sembrar, otros de construir chozas como viviendas.

De esta manera fue como se comenzó a poblar la ciudad imperial dividida en dos mitades: una con los habitantes del Hanan Cuzco o Cuzco Alto, con la gente que convocó Manco Cápac; y la otra, o el Hurin Cuzco o Cuzco Bajo, con la gente reunida por la reina. La división no fue para que una mitad ejerciera mandato sobre la otra, sino para que fuesen iguales como hermanos. Sin embargo, los habitantes del Cuzco Alto debían reconocerse y respetarse como hijos primogénitos o hermanos mayores y admitir a los del Cuzco Bajo como hijos segundos. En la división territorial, una mitad era como un brazo derecho y la otra como el izquierdo, aplicándose tales principios en todo lugar y oficio. Tal partición territorial se calcó en todos los pueblos del Tawantinsuyo y alcanzó también a los ayllus o familias: hanan ayllu y hurin ayllu o linaje alto y linaje bajo; y se remedó en las regiones: hanan suyo y hurin suyo o región alta y región baja.

Tal como ordena el Sol, Manco Cápac instruía a los varones a cultivar la tierra, sembrar las semillas, fabricar los arados y demás herramientas de labranza, a encauzar los arroyos para el riego de sus chacras y confeccionar sus calzados; en tanto que Mama Ocllo enseñaba a las mujeres a hilar y tejer algodón, a fabricar sus vestidos y a dominar todos los asuntos afines a los servicios de la casa.

Aquí llega a su fin la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo.

4. El diluvio andino

Garcilaso de la Vega (1985: 32-33) narra otra leyenda acerca del origen de los incas, cuya fuente informativa fueron los habitantes del Collasuyo y del Contisuyo. A diferencia de la leyenda anterior, el cronista critica esta versión cuando, al referirse al diluvio andino, dice:

[…] cuentan del y de otras cosas semejantes, que de la manera que las dizen más parecen sueños o fábulas mal ordenadas que sucesos historiales”.

Garcilaso resta importancia a esta leyenda, tal vez porque acepta como certera la anterior.

Empieza así:

Cuando terminó el diluvio andino, apareció un hombre poderoso en una tierra conocida con el nombre de Tiahuanaco. Tal señor dividió el mundo en cuatro partes concediéndolas a cuatro reyes: uno fue Manco Cápac, a quien le otorgó la parte norte; otro fue Colla Cápac, a quien le otorgó la parte sur; a Tocay Cápac le concedió el este; y Pinahua Cápac lo favoreció con el oeste. Y los instó a marchar por el lugar designado para conquistar y gobernar a la gente. De los cuatro soberanos, solo Manco Cápac llega al valle del Cuzco y funda su imperio. Cuentan también que la división territorial en cuatro partes, fue calcada tiempo después al imperio incaico con la partición en cuatro suyos o regiones que conformaban el antiguo Tawantinsuyo.

Garcilaso no identifica ni menciona el nombre del señor poderoso y presumimos que quizá se refiera a Viracocha. Tampoco indica quiénes son ni de dónde salen los personajes principales y, en general, la narración es tan escasa de contexto que no permite analizarla con rigor.

A continuación de esta versión, Garcilaso menciona otra muy breve acerca de los hermanos Ayar. La obtuvo de los indígenas habitantes del este y norte del Cuzco.

La relatamos a continuación:

5. La leyenda de los hermanos Ayar

Los indígenas, le revelaron que al principio del mundo hubo un lugar de nombre Paucar Tampu donde se halla un cerro con tres cuevas. Por la del medio, salieron ocho hermanos: cuatro hombres y cuatro mujeres. Tiempo después, aquella cueva fue forrada con planchas de oro por los incas y fue conocida como la ventana real. El primer hermano se llamó Manco Cápac, y su mujer, Mama Ocllo. Ambos fundaron el Cuzco, que quiere decir ombligo. El segundo fue Ayar Cachi, el tercero Ayar Uchu y el cuarto Ayar Sauca. Ayar es un término cuyo significado ignora; cachi significa sal, uchu es un ají para condimento, y sauca quiere decir regocijo, contento y alegría.

Refiere Garcilaso que quiso indagar el tema en profundidad, pero solo recibió mil disparates como respuesta a su inquietud: que por sal (Cachi) entendían la enseñanza para su uso; que por pimiento (Uchu), el gusto que obtenían y la alegría y regocijo (Sauca) que les proporcionaba. Garcilaso no se molestó siquiera en averiguar el nombre de las tres hermanas de la pareja fundadora y la fuente informativa no remite a la alcurnia inca, sino que son “indios que viven al levante y norte del Cuzco”.

En las conclusiones haremos un breve comentario respecto a la leyenda de los hermanos Ayar.

6. Conclusiones

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo contiene diversas críticas que no la hacen creíble.

Comencemos:

1) El don de crear, que Garcilaso otorga al Sol, don que no le corresponde porque el creador de todo es Viracocha. Según el cronista, el Sol envía del cielo a la tierra a dos de sus hijos, relato poco creíble puesto que no contiene argumento incaico. Además, sabemos que los lugares por donde se originan las etnias son las paqarinas y éstas no están en el cielo, sino en la tierra. Así pues, pierde credibilidad la narración mítica.

2) En el relato mítico, Manco Cápac y Mama Ocllo son los únicos protagonistas. Aparecen en el escenario andino sin ayllus o comunidades familiares que los respalden, emprenden una caminata que demoró años y solos se enfrentan a las etnias indígenas en estado primitivo. La versión carece de apariencia verosímil y de contexto incaico, dado que presenta a la pareja fundadora como gente magnánima enfocada en un objetivo: culturizar a los indígenas de la primera edad. Dichas metas rozan el apostolado cristiano y una mansedumbre impropia de la etnia incaica.

3) La versión omite cada uno de los lugares por donde Manco Cápac y Mama Ocllo transitaron hasta llegar al Cuzco, y omite las reyertas que emprendieron contra diversas etnias para obtener por la fuerza sus tierras.

4) Garcilaso no detalla cómo se realizó el ingreso de los ayllus al valle del Cuzco antiguo ni refiere cómo se llevó a cabo la fundación del Cuzco.

5) Causa estupor que ignore por completo al dios Hacedor del universo incaico: Viracocha.

6) Si comparamos la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo con la leyenda de los hermanos Ayar en la versión Garcilaso, las omisiones se vuelven insalvables: la refiere como una fábula desprovista de pensamiento incaico y la simpleza de la narración la convierte en una versión no solo trivial, sino en una pantomima de leyenda.

7) En ninguna de las tres versiones de Garcilaso hallamos principio incaico alguno que las certifique como leyendas genuinas de procedencia incaica.

En consecuencia, la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo es una versión original o única como se dijo al principio, pero sin ningún valor como documento de raigambre incaica. Para considerarla cierta, tendría que vislumbrar de algún modo el hecho histórico, cosa que no sucede. Garcilaso creó la leyenda en su afán de dar protagonismo y don de crear al Sol y por el camino anuló la cualidad de Viracocha como deidad creadora.

Una situación distinta se puede apreciar en la leyenda de los hermanos Ayar que en otro post exponemos (ver leyenda aquí).

7. Referencia

Garcilaso de la Vega, I. (1985). Comentarios reales de los incas. Lima, Perú: Fondo Editorial Banco de Crédito del Perú.