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Paqarina

Paqarina

Un concepto del pensar incaico trascendente para determinar la aparición de las etnias en el territorio andino, es el de paqarina. Es una voz quechua que precisa el lugar por donde surgieron las comunidades indígenas en el territorio andino. La palabra pasó desapercibida, incluso, casi olvidada en su esencia. El pensamiento indígena la vincula con un lugar o un accidente geográfico o con un animal o algún elemento del mundo natural de los incas, en donde se produjo el origen de las etnias primigenias. También, acoge el lugar donde retorna del indígena cuando fallece. Por lo tanto, la noción de paqarina se asocia al origen del antepasado primigenio y es el lugar de descanso del indígena a su muerte. Vida y muerte ambas se encuentran en la paqarina.

En este post describimos el extenso concepto de la paqarina y exponemos los criterios de cronistas, historiadores e investigadores que la vinculan como una explicación del más allá incaico, es decir, lo que sobreviene al indígena después de la muerte.

Índice

1. La paqarina según Garcilaso de la Vega

La paqarina es mencionada por casi todos los cronistas. Según Garcilaso de la Vega, I. (1985: 34, 76), los indígenas se sienten honrados por haberse originado de una fuente, un río, un lago o del mar; también, de algún animal, como un oso, el puma, el tigre; incluye aves como el cóndor o el halcón; algún pez; incluso de algún accidente geográfico como una sierra, un monte, risco o caverna.

Cuenta que los collas presumían proceder de diversas paqarinas: algunos relatan que sus primeros padres salieron de las aguas del Titicaca, por lo que estimaban al lago como una madre sagrada objeto de adoración y sacrificios. Otros decían provenir de un gran manantial por donde salió su primer antecesor.

En otros pueblos decían que sus antecesores habían salido por las cuevas y resquicios de unos grandes riscos. Otra gente, contaban haber salido de un río al cual veneraban, era tan grande la estima, que castigaban al que cazaba sus peces, los valoraban como si fueran sus hermanos.

Todos los entes y elementos de la naturaleza nombrados son las paqarinas o lugares donde se originan las distintas etnias que poblaron el antiguo Perú.

Según el pensamiento incaico, las paqarinas son consideradas como huacas o lugares sagrados y, en su tiempo, les ofrendaban sacrificios en recuerdo del origen de sus antepasados.

2. Definición de la paqarina

Según el Diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quechua D.A.M.L.Q. (2005) la voz paqaric significa:

“que aparece, se origina, crea o nace de algo o de alguien”.

El vocabulario de Diego Gonçález Holguín registra paccarichik como el que da principio a alguna cosa y paccarichik machu chauchu, o hurutmi, como el principio del linaje.

Ludovico Bertonio anota en aimara la palabra pacaritha como nacer y pacarini como el lugar donde uno nació.

Queda claro que ambos lexicógrafos coinciden que el concepto señala el principio de un linaje o el lugar de nacimiento.

3. El mito de Viracocha y la paqarina

En el libro El mito de Viracocha de Sáenz, O. (2021a) (ver aquí) narran que la paqarina se genera en Paqaric Tampu o el tambo del amanecer, esto es, el lugar por donde apareció Manco Cápac y sus hermanos, sin embargo, la noción es antiquísima y tiene un origen mítico. Se genera cuando Viracocha surge del Titicaca, por eso, el lago es la paqarina y génesis del origen del dios y de las futuras paqarinas del Mundo Bajo o terrenal.

La paqarina cumple con una norma del Kybalión: el principio de correspondencia, es decir, si el dios se origina por una paqarina, idéntico origen tendrá su creación.

Cuando Viracocha aparece en el lago Titicaca, se traslada a la isla del Sol, y allí crea el sol, la luna y las estrellas, de manera que, los astros del Mundo Alto o celestial tienen por paqarina el lago mítico. Siguiendo la norma, el mito indica que Viracocha diseñó en piedra al género incaico y por último esculpe a Manco Cápac y Mama Ocllo con sus hermanos. Los ocho hermanos son convocados por el Sol y arrogados como hijos. Terminado el suceso, Viracocha ordena a las cuatro parejas sumirse en tierra, así la Pachamama, es la portadora de la etnia incaica hasta su aparición en Paqaric Tampu o el tambo del amanecer y salen por una cueva del cerro Tampu T´tocco, que es la paqarina de los incas.

Idéntica fórmula se aplica para la etnia indígena, en efecto, cuando Viracocha ordena sumir en tierra a la segunda creación de gente, éstas aparecieron por: cuevas, ríos, fuentes, lagunas, cerros, árboles, etc., todas son paqarinas, conforman así el Mundo Bajo como una gran paqarina. A futuro, la paqarina será el origen de los indígenas y de las provincias desarrolladas en aquellos tiempos.

4. La paqarina según Cieza de León

Pero la voz paqarina no solo designa el sitio de origen de la gente: también es el lugar donde retornan los difuntos al final de su vida terrenal. De modo que tiene doble significado: como lugar de origen y como fin de la vida indígena. Cuenta Cieza de León, P. (2005: Cap. XCVII, 250) que al fallecer un indígena iba con rumbo a un gran lago que había sido su origen. Cuando Cieza señala un lago, se refiere a una paqarina.

En efecto, cuando el indígena fallece retorna a su paqarina, pero no podemos sino preguntarnos ¿Para qué vuelve a su paqarina?

En el mundo incaico existe un estado de vida oscuro, oculto, secreto, antes de nacer y después de morir, cuya explicación la hallamos en el mito de Viracocha y está relacionado con la muerte. No existen datos escritos por los cronistas que expliquen el acaecer de la muerte, ni su significado, ni su sentimiento; ningún cronista explica qué sucede con el indígena después de fallecer, ni cómo se comportaba en el más allá.

5. Viracocha y su vínculo con la muerte

El libro El mito de Viracocha de Oscar Sáenz (ver aquí), explica el pensar incaico ante el devenir de la muerte. El indígena asocia la muerte con la oscuridad y lo patenta en el hijo de Viracocha de nombre Tawapaka, que encarna el ingreso del Sol en la oscuridad. Previo a la muerte del Sol, ingresa en un estado oscuro, secreto, a la espera de retornar a una nueva vida. Tras el ocaso del sol siempre retornará después de transitar por una fase oscura. Por el principio de correspondencia, lo mismo sucederá con el indígena, es decir, entrará en un estado oscuro, como Tawapaka, para después retornar.

Tuvo razón Garcilaso de la Vega, I. (1985: 58) al decir que los indígenas eran muy celosos de sus cuerpos, sus uñas, sus cabellos, etc. Los protegían colocándolos en alguna rendija de la casa, en efecto, el indígena sabía que después de morir volvería a vivir, pero, para que ocurra, era necesario tener completo todo el cuerpo: conservar su piel, sus huesos, sus cabellos, sus uñas y, de ser posible, hasta escupían en un solo lugar. Explicación que sustenta la momificación de los cuerpos. Sin embargo, el cronista inca confunde el relato con la resurrección de las ánimas, idea cristiana, no se trata de resucitar, sino de retornar, como lo explica la cita:

Muchas vezes (por ver lo que dezían) pregunté a diversos indios y en diversos tiempos para qué hazían todo aquello, y todos me respondían unas mismas palabras, diziendo: “Sábete que todos los que hemos nascido hemos de bolver a vivir en el mundo […] y las ánimas se han de levantar de las sepulturas con todo lo que fue de sus cuerpos”. Garcilaso de la Vega, I. (1985: 58).

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6. Evidencia que sustenta el trance de la muerte

Para sustentar nuestro parecer acerca del pensar incaico ante el drama de la muerte, escogimos algunos comentarios expresados por cronistas e investigadores modernos.

Prestemos atención a lo siguiente:

6.1. Según narra Pachacuti Yamqui, S. J. (1993), en cierta ocasión cuando terminaba de celebrarse la fiesta del Cápac Raymi o fiesta real o del Señor, mientras iba atardeciendo y conforme entraba la noche, los indígenas se retiraban diciendo:

“¡O que presto se acabavá la fiesta y agora nos queda sólo la muerte pues que la muerte lo a de llegar como agora los anochesse, sueño ymajen de muerte!” (209).

Obsérvese que la muerte está asociada con la oscuridad, es el lado oscuro de Viracocha. Es el sol oscuro o Tawapaka reinando.

6.2. Cuando don Francisco López de Gómara (citado en Garcilaso de la Vega, I. 1985: 58) describe a los españoles profanando las tumbas indígenas y dispersando sus huesos a la búsqueda de oro, relata que les suplicaban para que no procedieran de esa manera, porque los restos de su familia debían estar juntos para al instante del retorno. F. de Gómara, al igual que Garcilaso y Cieza, menciona la creencia indígena en la resurrección de las almas.

6.3. Otro suceso ocurrido en Cajamarca relata la captura y prisión de Atahuallpa. Previo a su ejecución aconteció una apostasía: a pesar de que el inca rendía culto solar, en vísperas de su muerte renuncia a sus creencias religiosas y prefiere ser bautizado, aceptando el catolicismo como religión. No tenía otra finalidad que librarse de la hoguera. En realidad, Atahuallpa sabía que el fuego destruiría su cuerpo, la reducción a cenizas, según su religión, no le permitiría retornar jamás. Pedro Pizarro (citado en Valcárcel, L. 1964: T. 2, 207) escuchó poco antes de la ejecución de Atahuallpa cómo instruía a su gente diciendo que, si no lo quemaban, aunque muriera, volvería. Pizarro confunde también retornar con resucitar.

6.4. Otra razón que justifica el pensamiento indígena ante la muerte es la ofensa cometida por el general Chalcuchimac a la momia de Túpac Inca Yupanqui. Cuando la quemó, destruyó el cuerpo e impidió que la creencia de retornar hiciera valer su designio y su efecto. Como paradoja, el general de Atahuallpa fue quemado vivo por Manco Inca Yupanqui, vengando así, el hecho funesto ocurrido a su antepasado.

6.5. Girard, R. (1976) relata un hábito funerario panamericano practicado por los indígenas en sus rituales de entierro. Dice que solían colocar el cadáver con los pies hacia el oeste y la cabeza en dirección al este. El simbolismo de tal costumbre es evidente: los pies al oeste señalan el camino del difunto hacia el mar del océano Pacífico, que es el ocaso del sol, es la entrada del sol en la oscuridad que simboliza su muerte. A su vez, la cabeza hacia el este señala el lugar donde amanece el sol, luego simboliza el retorno del sol y del indígena a la vida.

6.6. Valcárcel, L. (1964) narra un pasaje del padre Gregorio García relatado en su libro titulado Predicación del Evangelio en el Nuevo Mundo, viviendo los apóstoles. El suceso aconteció durante el reinado del Inca Pachacútec, después de concluido el combate y salir victorioso en la batalla contra los collas, ordenó a su milicia juntar los cadáveres de los caídos en combate. Los incas tuvieron mucho respeto en depositar los cuerpos de sus difuntos con esta frase:

“Acabado este mundo, nos habemos de levantar todas las gentes con vida nueva y con esta misma carne como ahora somos”. (T. 3, 536).

Es el pensamiento incaico ante la muerte: vida nueva con los mismos cuerpos.

6.7. Un fragmento del sermón del domingo de resurrección emitido por el Dr. Dávila describe un relato ilustrativo cuando en su admonición toca el tema de las creencias indígenas después de la muerte.

Prestémosle atención:

“[…] y vosotros los indios, que soléis decir entre vuestros engaños esto. En muriendo uno, todavía por cinco días se está su alma en la casa que murió, y así le dais a comer, echando en el fuego maíz molido, fingiendo que aquello come, y llorándole a la noche, y al fin del quinto día, cuando se va a poner el sol, vuestro mal sacerdote, o engañador, os engaña, y hace creer mirando donde se pone el sol, diciendo: mira, cata allí, donde va la ánima de tu padre, o de tu marido, ¿no la ves? Cátala allí. Siendo todo mentira, y hablando en vano lo que no es y soléis traer sobre el fuego la ropa del difunto, todo esto es burla y hablar al aire”. Valcárcel, L. (1964: T. 2, 205).

La cita anterior ilustra la creencia indígena después de acaecida la muerte. Cuando Dávila relata que el sacerdote indígena solicita mirar la puesta del sol, es porque alude el camino recorrido por el difunto a su encuentro con la oscuridad, es el lugar por donde transitan y después desaparecen los tres Viracochas del mito, es el mar del océano Pacífico, extensión de agua que el difunto también tendrá que recorrer; es, en definitiva, el camino del sol al fin del día para ingresar en la oscuridad que es su muerte. La cita también revela hábitos funerarios antiguos, como que: el velatorio dura cinco días, la costumbre de alimentar a los muertos, la ropa nueva del difunto y la puesta del sol referida.

6.8. El Padre Calancha (citado en Valcárcel, L. 1964: T. 2, 207) relata una tradición rescatada de los pueblos serranos visitados, donde constató la creencia indígena de que las ánimas de los muertos iban rumbo a una tierra denominada upamarca o poblado mudo. Para llegar, debían cruzar un río por sobre un puente estrecho construido con cabellos. La marcha se cumplía con la guía y ayuda de unos perros negros. El simbolismo con el mito de Viracocha es evidente: el suceso de los tres Viracochas andando sobre las aguas del océano Pacífico y perdiéndose en el mar, de ahí la analogía con el puente de cabellos; el uso de perros negros se conjuga con el ingreso a la oscuridad.

6.9. Un hecho insólito ocurrió en el cuarto viaje de Cristóbal Colón, según refiere Sánchez, L.A. (1981: T. 1, 150-151). Tras un año de privaciones y forzados por las inclemencias, las tormentas y otras vicisitudes, tuvo lugar la sublevación de los navegantes. La falta de provisiones y la negativa indígena de otorgarlas zarandeó los ánimos de Colón y concibió una treta: sabedor del temor indígena a los eclipses ―muerte del sol o de la luna― los amenazó con enrojecer la luna y ocultarla si no cumplían con sus exigencias. Es evidente que Colón sabía que el 29 de febrero de 1504 ocurriría un eclipse lunar. Cumplida la profecía, los indígenas temieron por sus vidas y también a los poderes de Colón, y facilitaron las provisiones necesarias. Nuevamente, se asocia la oscuridad con la muerte, temor indígena conocido por los españoles desde la época de Cristóbal Colón.

6.10. Hocquenghem, A. (1989: 127-128) relata una tradición de la sierra andina: se concreta en que las almas de los indígenas fallecidos debían cruzar una extensión de agua que se encuentra en la trayectoria del ocaso del sol. El relato concuerda con el mito de Viracocha: la extensión de agua que deben transitar refiere la caminata de los Viracochas en el océano Pacífico, es el ingreso en la oscuridad, es la muerte del sol. Simboliza también su paqarina.

6.11. De Arona, J. (1974) refiere en su diccionario de peruanismos la frase sol de los muertos. Es interesante su descripción:

“Llaman sol de los muertos, a una luz repentina y como azafranada o anaranjada que arroja el sol cuando ya parecía haberse puesto. Es de corta duración; es una especie de crepúsculo; es el último bostezo del día soñoliento cayendo en brazos de la noche”. (T. 2, 358).

La definición de Juan de Arona es un provincialismo vinculado al cuarto sol o Tawapaka, el sol oscuro que representa la muerte. De ahí, la denominación sol de los muertos.

6.12. El escritor peruano Arguedas, J.M. (1987: 147), en su novela titulada Todas las sangres, rescata y describe un cántico o harawi fúnebre, entonado cuando los mineros indígenas dan sepultura a unos restos humanos hallados en un socavón minero. En las serranías peruanas es notorio que la muerte se asocia con una sombra negra. La traducción presentada es del texto original, sin corrección alguna por nuestra parte. No obstante, puesto que la traducción original en dos líneas no es la más adecuada a este contexto, la hemos acomodado por estrofas:

Quién eres, sombra, negra sombra, muerta.

Yo no sé, no sé nada de ti, ¡au! triste sombra

sin nombre, ciega, sin cabeza, sin manos;

sólo dos huesos fríos; ¡llorad!

No te conoce sino la muerte

¡A a a a! ¡U u u u!

6.13. Por último, cuando el inca Titu Cusi Yupanqui narra las peripecias sufridas por su padre Manco Inca Yupanqui ante la administración y clero español, menciona que el inca presintió cercana su muerte y convocó a sus más allegados familiares y colaboradores para decirles lo siguiente:

“Ya me parece se ba haciendo tiempo de partirme a la tierra de los Andes […]”. Cussi Yupanqui, T. (1992: 50).

Así, el inca menciona como paqarina a la cordillera de los Andes, lugar por donde retornará después de su muerte. Se trata de una opinión opuesta a la de Garcilaso, pues en sus Comentarios Reales expresa que, cuando los incas fallecían iban al cielo para reunirse con su padre, el Sol. Juicio muy cercano al cristianismo y lejano del contexto y pensar incaico.

7. Conclusión

La noción de paqarina se vincula con el origen y destino final del hombre incaico.

Después de su muerte el indígena ingresará a un estado oscuro para después retornar; por el principio de correspondencia, cuando muera, le sucederá lo mismo que al sol, es decir, retornará a una nueva vida.

En la interpretación del mito de Viracocha se manifiesta la concepción incaica de la muerte, de modo que los incas tuvieron respuesta a la pregunta esencial acerca de la trascendencia de su vida, o lo que es igual: sabían hacia dónde iban.

Nuestros antepasados creían que nunca iban a morir, que les sucedería lo mismo que al sol: nacer, crecer, decaer, morir, para luego retornar a su paqarina.

8. Referencias

Arguedas, J. M. (1987). Todas las Sangres. (3ra. ed.) Horizonte.

Cieza de León, P. (2005). Crónica del Perú el señorío de los incas. Caracas, Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho. Obtenido de: http://www.biblioteca.org.ar/libros/211665.p df.

Cusi, Y. T. (1992). Instrucción al licenciado Lope García de Castro (1ra. ed.). Lima, Perú: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

D.A.M.L.Q. (2005). Diccionario Quechua-Español-Quechua. Academia Mayor de la Lengua Quechua. (2da. ed.) Cusco Perú. Obtenido de: http://lengamer.org/admin/language_ folders/quechuadecusco/user_uploaded_files/links/File/AMLQuechua-Dic.pdf.

De Arona, J. (1974). Diccionario de Peruanismos. (Vol. 1 y 2). Promoción Editorial inca S.A. (PEISA).

Garcilaso de la Vega, I. (1985). Comentarios reales de los Incas. Lima, Perú: Fondo Editorial Banco de Crédito del Perú.

Girard, R. (1976). Historia de las Civilizaciones Antiguas de América – Desde sus Orígenes. (Vols. 1, 2 y3) Madrid, España: Ediciones Istmo.

González Holguin, D. (1608). Vocavulario de la lengva general de todo el Perv llamada lengva qquichua o del Inca. Obtenido de: http://www.letras.ufmg.br/padrao_cms/documentos/pr ofs/romulo/VocabvlarioQqichuaDeHolguin1607.pdf.

Hocquenghem, A. (1989). Iconografía Mochica. (3ra. ed.). Lima, Perú: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Pachacuti Yamqui, S. J. (1993). Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú. (Con edición facsimilar del códice de Madrid. Edición de César Itier, estudio y comentario histórico de Pierre Duviols, estudio, comentario lingüistico y edición de César Itier ed.). Madrid, España: Instituto Francés de Estudios Andinos – Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas.

Sáenz, O. (2021a). El mito de Viracocha. (1ra. ed.). Lima, Perú.

Sáenz, O. (2021b). Viracocha el sol de soles. (1ra. ed.). Lima, Perú.

Sánchez, L. A. (1981). Historia General de América. (11.ª. ed.). (Vols. 1, 2 y 3). Perú: Editorial Universo.

Valcárcel, L. (1964). Historia del Antiguo Perú. (Vols. 1, 2 y 3). Lima, Perú: Juan Mejía Baca.

Huaca

Huaca

La palabra huaca o guaca o waka acoge diversos significados, es un vocablo de índole religiosa y predominante durante todo el incanato. De uso continuo para designar numerosos conceptos en lo tocante a lugares u objetos sagrados.

Después de la conquista y virreinato hasta nuestros días, la percepción y concepto se extendió hasta incluir como una huaca a las vetustas edificaciones indígenas. La interpretación moderna nos hace pensar que se ha tergiversado su verdadera expresión.

Es común entender que la huaca es el lugar donde entierran al indígena. Pero, el concepto es más amplio de lo que imaginamos. Tiene otras acepciones que en este post aclaramos.

Índice

1. Significado de Huaca

El Diccionario de la Real Academia Española (D.R.A.E.) considera como una huaca o guaca a los sepulcros indígenas (en Bolivia y Perú) donde se hallan objetos de valor: un tesoro escondido o enterrado; una vasija de barro cocido en cuyo interior depositaron joyas y objetos artísticos como ofrenda para los dioses.

El Diccionario de la Academia Mayor de Lengua Quechua o (A.M.L.Q) dice que waka en Arqueología es un santuario y necrópolis preincas situados en la costa y sierra del Perú. En Etnohistoria es un adoratorio, objeto sagrado inca. También es parte del espacio sagrado del Cusco donde los incas situaron más de 350 huacas.

El Vocabulario de la Lengva General de todo el Perv llamada Lengva Qquichua o del Inca de Diego Gonçález Holguín reconoce un extenso valor conceptual, registra como huacca a los:

“Ídolos, figurillas de hombres y animales que traían consigo. Lugar de ídolos, adoratorio. La plata, escondida debajo de la tierra. Tesoro. Carnero o cualquier bestia monstruosa, que tiene más, o menos miembros, o fealdad natural. Cuando tiene seis dedos en manos y pies como león. Paso peligroso o espantable”.

En el Perú nombran como huaca a los restos arqueológicos de las edificaciones pre hispánicas que forman parte del patrimonio histórico del Perú. Las arquitecturas se distribuyen por diversos distritos limeños. El Ministerio de Cultura creó el programa Lima, la ciudad de las huacas con el apoyo de UNESCO a fin de protegerlas y promover su preservación. Se trata de complejos arqueológicos de la cultura Ichma que han convertido a Lima en una ciudad con atractivo turístico.

2. Huaca según Garcilaso de la Vega

Haciendo gala de conocer el idioma quechua, Garcilaso describe de forma brillante el concepto múltiple de la voz huaca, cuenta que los incas no apreciaban a las huacas como deidades, tampoco las adoraban, solo les rendían veneración y respeto.

El pensamiento incaico designa como huaca a cualquier elemento u objeto de la naturaleza que por su forma, colorido o enormidad se presenta como una entidad superior que destaca al compararla con sus similares.

Las tumbas indígenas en los campos, también se consideraban huacas, algunos enterraban a sus deudos en los alrededores de la casa, incluso al interior. Cuenta Garcilaso de la Vega que los indígenas sentían una tribulación inmensa cuando los españoles profanaban sus tumbas a la búsqueda de oro y plata, les rogaban no desperdigar los huesos de sus antepasados porque estos debían estar juntos y completos para poder retornar a una nueva vida.

Es huaca a todo lo perteneciente a los históricos reinos de la naturaleza, en especial los animales, vegetales o minerales que por su belleza y perfección superaban a los de su especie, por ejemplo: una flor, una fruta, un árbol que destaca sobre los de su género.

Huaca quiere decir ídolo, también es cualquier objeto que por su relevancia se le considera como una cosa sagrada, la amplitud del concepto permite diversidad de sentidos que a continuación analizamos:

3. La paqarina ¿Es una huaca?

Las paqarinas (ver significado aqui) o lugares donde aparece el antepasado primigenio de una etnia o cultura indígena, eran valoradas como lugares sagrados. Los sitios de origen podían ser diversos, por ejemplo: peñas, ríos, manantiales, lagos, nevados, cerros, cordilleras, árboles, cuevas, etcétera. Un ejemplo de lugar de origen es la cueva Cápac T´tocco del cerro Tampu T´tocco, lugar por donde surgieron los hermanos Ayar (los incas). El sagrado y mítico Titicaca, fue la paqarina por donde se originó el dios Viracocha. El lago Choclococha, fue el lugar por donde apareció la etnia chanca.

Garcilaso dice:

“Que no se tiene por honrado el indio que no desciende de fuente, río o lago, aunque sea de la mar […]”. Ibid. (1985: 34).

Huaca es la ofrenda que el sacerdote inmola en sus festividades principales a Viracocha y el Sol, por ejemplo: las figurillas de hombres, aves, animales y otros fraguados en oro, plata o moldeados en cerámica o tallados en madera etcétera. El pensar incaico los considera objetos sagrados porque sus únicos dueños son los dioses.

4. El templo ¿Es una huaca?

En efecto, son huacas, podía ser un templo grande o pequeño, por ejemplo, el templo Coricancha o Recinto de Oro, estimada como la huaca principal. En el Cusco, Pachacútec construyó diversos templos: el Quishuarcancha en honor a Viracocha, el templo a la Killa o Luna, el templo a Illapa o el rayo, relámpago y trueno. Tiempo atrás, Viracocha Inca (padre de Pachacútec) edificó un hermoso templo en honor a Viracocha en Rakchi, antiguamente conocido como Cacha. Dice la narración mítica que el dios Viracocha erupcionó y apago el volcán Quimsachata de esa localidad.

Otro caso son los templos al Sol ubicados en: Pachacámac; en la isla del Sol en el lago Titicaca; en Tumibamba (Ecuador). Antes de que aparecieran los incas se erigió el templo Chavín de Huántar ubicado en la sierra central de Áncash. Todos los templos tienen por su naturaleza sagrada, la cualidad de ser huacas.

5. Saramama ¿Una huaca familiar?

En época incaica cada familia tenía su propia huaca protectora del maíz cosechado cuyo nombre fue Saramama. Según Valcárcel, L. (1964: T. 1, 61-62) el pensar incaico acepta la concepción religiosa de las madres de las cosas, por ejemplo: Saramama es la Madre del Maíz; Cocamama es la Madre de la Coca; la Madre Tierra es la Pachamama; la Cochamama es la Madre de los Manantiales. Todas son huacas.

Cuando los incas terminaban de cosechar el maíz de las chacras destinadas a los templos y huacas, seguidamente tocaba el turno al pueblo, entonces cada familia se dirigía a sus parcelas para cosechar el maíz.

Dice Murúa, F. M. (2001) que cada agricultor celebraba un culto a la Madre del Maíz, se oficiaba al término de la cosecha. Conforme recogían las mazorcas y poco antes de pelarlas y desgranarlas, buscaban, escogían y separaban la mejor; para la elección optaban por ciertos atributos como: tamaño, robustez, cantidad y calidad de grano. Obtenida retornaban a sus hogares donde confeccionaban una huaca con la mazorca elegida y la bautizaban como Saramama, apartaban una pequeña cantidad de granos para situarlos en un troje pequeño o pirua. Veneraban los granos, por provenir de la Madre del Maíz y por proteger el maíz sin pudrirse durante todo el año.

Previo al ritual consultaban con los sacerdotes la suerte del maíz, éstos le preguntaban a la mazorca:

“[…] si tenía fuerza y vigor para el año que viene, y si el maíz respondía que no le tenía, le llevaban a la mesma chácara, a quemarlo con la mayor solemnidad que cada uno podía”. (438 Ibid.).

Si ocurría lo anterior, repetían de nuevo la selección, hasta que la mazorca respondía que poseía dicha fuerza. La respuesta positiva originaba la algarabía de la familia y derivaba en festejos.

6. Huacas humanas y del mundo natural

En contraste a lo anterior, nombran como huaca a las cosas grotescas o anti estéticas o fieras, tal es el caso de las boas de la selva. El criterio alcanzaba a los animales y las aves, es el caso de los auquénidos que paren dos críos, los huevos de aves con dos yemas. En la costa o yunga antigua estiman a las ballenas por su colosal tamaño, la creían como la madre de los peces.

También incluían a los ríos caudalosos, a las piedras con extraños tallados naturales o con diversos colores. La cordillera de los Andes fue estimada como una huaca, también cuando un cerro se mostraba dominante sobre los otros, por ejemplo: el nevado Pariacaca ubicado en la serranía limeña de Huarochiri, el cerro Huanacauri (ver significado aquí) en el Cusco, ambas huacas fueron objeto de veneración y culto. El culto a Huanacauri ocurrió desde Manco Cápac, es decir, desde épocas primordiales y duró hasta la conquista y virreinato.

En caso de seres humanos, lo asumen como huaca por hechos anormales cuyo entendimiento no hallan explicación, como, por ejemplo: una mujer que alumbra mellizos, en algunos pueblos lo asociaban con la fertilidad y lo celebraban con fiestas y bebidas, con cantos y bailes, pero en otros lo consideraban como signo de mal agüero, lloraban compungidos esperando algún castigo por algún delito cometido. También son huacas, los niños nacidos con taras como: pies doblados, o con seis dedos, los jorobados o con defectos en la cara o en el cuerpo.

7. El oráculo ¿Es una huaca?

Huaca es el lugar donde el indígena consulta sus temores, solicita la aceptación de la ofrenda a sus dioses, pide por la buena marcha de sus festividades, busca la causa de alguna desdicha, indaga el triunfo o fracaso en la guerra, analiza la sucesión del trono, investiga la causa de alguna enfermedad o muerte, solicita paz, prosperidad para todo el pueblo y los augures del destino les dan sus respuestas en los oráculos.

Las consultas también las hacían los incas, los testimonios de los cronistas son elocuentes. José de la Riva Agüero refiere que:

“La fundación de la ciudad del Cusco fue un suceso muy memorable, rodeado de ritos y ceremonias religiosas consultando a los agüeros y mirando las estrellas…”. (Citado en Busto, J.A. 1981:26).

Según Guamán Poma, P. (2011: 52), Mama Ocllo era oficiante de ritos escabrosos, solía conversar con piedras, peñas, maderos, cerros, lagunas y éstas respondían sus consultas, además la soberana creó el culto a las huacas y willkas esta última voz en quechua significa sagrado, en aimara refiere al Sol.

Después de diversas conquistas por la costa norteña del antiguo Perú, Túpac Inca Yupanqui decidió retornar al Cuzco, pero antes enrumbó con dirección al oráculo de Pachacámac para consultar su futuro. Los augurios para su gobierno y sus conquistas fueron favorables.

Las premoniciones y consultas de Huayna Cápac son evidentes, se enteró de la caída del Tawantinsuyo con anterioridad. Poco antes de morir nombró como posibles herederos del reino a dos de sus hijos: Ninan Cuyochi y Huáscar, previo solicitó consultar al oráculo mediante la calpa o lectura del corazón y pulmones de un auquénido. La respuesta fue negativa para ambos hermanos.

8. La huaca en los conflictos bélicos

Otra forma de huaca se presenta en la guerra entre dos bandos, cada uno solía llevar sus huacas como ídolo protector. Cuando los incas iban a guerrear cargaban con una momia de sus reyes como huaca protectora para asegurar el triunfo.

Los incas tenían por costumbre apoderarse de las huacas del pueblo conquistado, las remitían al Cusco y colocaban en un lugar destinado para su culto, a la muerte del rey las huacas eran incluidas como parte del ajuar mortuorio.

Cuando Pachacútec derrotó a la etnia chanca, previo capturó a sus dos huacas: Mucho tiempo después el licenciado Polo de Ondegardo descubrió varias momias incas, entre ellas halló la de Pachacútec, el ajuar mortuorio incluía las huacas de los chancas.

Huáscar realizó consultas antes de iniciar la guerra contra su hermano Atahuallpa, a la vez Atahuallpa hizo lo mismo. En ambos casos los augurios fueron nefastos.

9. El ceque incaico ¿Es una huaca?

El ceque no es una huaca, es una voz que significa raya, hilera, línea. Del templo Coricancha tomado como centro, se originaban unas líneas imaginarias o ceques (líneas) que iban en dirección a las cuatro regiones del Tawantinsuyo. Las huacas se hallaban repartidas en cada línea una tras otra, como indica Rostworowski, M. (2014: 141) cada huaca se enlazaba al ceque como el nudo de un quipu. Ceques y huacas formarían un inmenso quipo alrededor del templo Coricancha. Cada ceque era mantenido por una dinastía real, cuyo encargo era asegurar su mantenimiento.

La disposición por cada región era así:

1) Camino al Chinchaysuyo se originaban nueve líneas o ceques con ochenta y cinco huacas.

2) Hacia el Antisuyo se generaban nueve ceques con setenta y ocho huacas.

3) Rumbo al Collasuyo asomaban nueve ceques con ochenta y cinco huacas.

4) Con dirección al Contisuyo había catorce ceques con ochenta huacas.

Entre todos suman 41 ceques y 328 huacas, faltaría añadir el templo Coricancha y cuatro huacas adicionales no incluidas en los ceques, con lo cual sumarían 333 huacas. Tenían un radio de acción comprendido dentro de cuatro leguas de los alrededores del Cusco. Las numerosas huacas alrededor del Cusco le conferían un carácter de capital sagrada.

El primer informante de la existencia de ceques en el Cusco fue Polo de Ondegardo (1571). Después Bernabé Cobo (1653) los detalla y describe, contenido que hallamos en Valcárcel, L.E. (1964: 435-468).

Queda pendiente el estudio del significado de cada huaca, es una investigación que involucra los nombres quechuas y aimaras de cada una de ellas, labor que, tal como lo dice Rodolfo Cerrón-Palomino en La onomástica de los ceques: cuestiones etimológicas, es una tarea muy ardua y especializada.

10. Conclusiones

1) La diversidad de conceptos y características asociadas a la huaca permiten comprender cuan extenso fue el pensamiento religioso de los incas.

2) Las huacas no representan a los dioses, por lo tanto, no les corresponde adoración, pero sí veneración y respeto.

3) La proliferación de huacas tanto locales como de las naciones conquistadas revela una tolerancia religiosa de los incas a cultos distintos a su religión.

4) La construcción de diversos templos al Sol en lugares importantes y alejados del Cusco demuestra la expansión religiosa de los incas.

5) Diversas expresiones culturales, como actos políticos, sociales, militares, agrícolas, lugares de origen del antepasado primigenio y otros están íntimamente ligados al concepto de huaca.

6) Los incas tenían gran fe en sus agoreros, confiaban sus consultas a los oráculos que consideraban como huacas.

7) Las ofrendas a los dioses eran consideradas objetos sagrados cuyo único propietario era el dios ofrendado.

8) Los ceques alrededor del Cusco le dan el carácter y calidad de ciudad sagrada, demuestra el espíritu religioso de los incas.

11. Referencias

Busto, J. A. (1981). Perú incaico. 3ra. ed. Librería Studium, Ed. Lima, Perú.

Cobo, B. (1964 [1653]). Historia del Nuevo Mundo. Obtenido de: https:// es. scribd.com/doc/50568547/COBO-Bernabe-1653-1964-Historia-del-Nuevo-Mundo#scribd.

Cerrón R (2005: 285-303). La onomástica de los ceques: cuestiones etimológicas. Lexis Revista de Lingüística y Literatura. Vol. 29, N.° 2 (2005). Obtenido de: file:///D:/Backup% 20c/Downloads/8392-Texto%20del%20art%C3%ADculo-33088-1-10-20140220%20(1). pdf.

Diccionario de la Real Academia Española (D. R.A.E.)

D.A.M.L.Q. (2005). Diccionario Quechua-Español-Quechua. Academia Mayor de la Lengua Quechua. (2da. ed.) Cusco Perú. Obtenido de:http://lengamer.org/admin/languag e_folders/quechuadecusco/user_uploaded_files/links/File/AML Quechua-Dic.pdf.

Garcilaso de la Vega, I. (1985). Comentarios reales de los incas. Lima, Perú: Fondo Editorial Banco de Crédito del Perú.

González Holguin, D. (1608). Vocavulario de la lengva general de todo el Perv llamada lengva qquichua o del Inca. Obtenido de: http://www.letras.ufmg.br/padrao_ cms/ documentos/profs/romulo/VocabvlarioQqichuaDeHolguin1607.pdf.

Guamán Poma, de. A. (2011). Nueva Crónica y Buen Gobierno (1ra. ed.). Lima, Perú: Ebisa Ediciones.

Rostworowski, M. (2014). Estructuras Andinas del Poder – Ideología Religiosa y Política. Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos.

Murúa, F. M. (2001). Historia general del Perú (2da. ed.). España: Manuel Ballesteros Gaibrois.

Ondegardo, P. de. (1571). ONDEGARDO danos de no guaradar a los indios sus fueros. 

Valcárcel, L. (1964). Historia del Antiguo Perú (Vol. 3 volúmenes). Lima, Perú: Juan Mejía Baca.